lunes, 24 de febrero de 2025
Motosierras
Según un estudio de mercado realizado por la prestigiosa universidad de Chinchinati, durante los últimos seis meses, la venta de motosierras ha aumentado en el mundo un 350%. ¡Ave María purísima! Síganme para más noticias...
jueves, 20 de febrero de 2025
Héroes anónimos
Estos animalitos de madera, tallados y pintados a mano, están hechos por un artesano guatemalteco. Cada vez que los miro no puedo dejar de imaginarme a ese artesano, a ese taller, a ese pequeño pueblo, y a ese mágico entorno capaz de subsistir, a duras penas, al envite de la globalización, a los juguetes chinos, al loco de X, y a todo lo que se les acerca para que dejen de ser ellos, para que sean otra cosa, coman hamburguesas, vistan de otra forma, y piensen al estilo de Wall Street. El artesano que hizo estos animales tal vez sea un héroe y él no lo sepa.
miércoles, 12 de febrero de 2025
30 años vendiendo champú
Como decía mi madre que tengo mucha suerte, siempre regreso. Regreso de Guatemala y Honduras, vía El Salvador, tras una semana de intenso trabajo comercial y educativo con nuestros distribuidores y clientes. Acercarse a la realidad de cada mercado, convivir con los clientes, con los vendedores, y con los distribuidores, me aporta la información necesaria para poder actuar y colaborar de una manera más eficiente y personalizada. No hay dos mercados iguales, aunque todos se parezcan. No existen recetas mágicas ni soluciones fáciles. Hasta lo aparentemente más sencillo tiene su complejidad. Tengo claro que, en la mayoría de las ocasiones, el tamaño del esfuerzo refleja el tamaño de los resultados. Ayudar a alguien que se esfuerza y tiene ambición por crecer, y por mejorar, es mucho más sencillo y gratificante que intentar ayudar a alguien que no tiene claridad ni convencimiento en sus objetivos. Yo he venido, como siempre hago desde hace casi treinta años, a aportar mi visión del trabajo. A buscar la facilidad desde la comprensión de nuestro sector. A enseñar a nuestros clientes a desarrollarse. A que los vendedores entiendan su auténtica potencialidad no limitándose únicamente a vender sino a ejercer como asesores en la mejora de todos y cada uno de los clientes que conforman su ruta. Nunca he visto a los negocios de nuestros clientes como un lugar para ir a recoger, sino como un lugar a donde ir a construir un futuro mejor para ambas partes. Los clientes, más allá necesitar productos, que cualquiera les puede ofrecer, necesita apoyos y asesoramiento para ver el futuro con más confianza, seguridad, y rentabilidad. He viajado para compartir mi visión de una actividad milenaria como es el comercio, con una mirada renovada y actual, basada en la colaboración, para generar un crecimiento mutuo ordenado y sin asumir riesgos innecesarios. Una relación basada en la colaboración, el respeto, y la empatía. Esto es en lo que yo creo. Y esta visión renovadora y comprometida es la que me ha traído hasta aquí. Treinta años, se dice pronto...¿Quién me lo iba a decir? Treinta años buscando soluciones y vendiendo champú.
jueves, 6 de febrero de 2025
Segunda oportunidad
Cuando Bernardo Cienfuegos se dio cuenta de lo que había perdido ya era tarde. Atrás había dejado a su familia. Atrás había dejado a su negocio, que había traspasado por cuatro chavos. Y atrás había dejado un reguero de deudas. Y todo para irse a Cuba en busca de su propia revolución:¡pero hormonal! Y de Cuba regresó...vaya que si regresó; pero con una mano delante y otra detrás. En La Habana se dejó todo el efectivo y todo lo afectivo. Todo había sido un engaño. Ni Yuleisy era soltera, ni profesora de música, ni buscaba amor eterno. Yuleisy buscaba visa para un sueño, pero cuando vio que no había mucho más que rascar, de lo que ya había conseguido, se le acabó el amor. Pero no el que sentía por su marido, que se había marchado a Miami en busca de un mundo mejor, y, que a la postre, y pese a ser maestro, le había regalado una plaza de barrendero de turno de noche.
Bernardo Cienfuegos regresó del Caribe con el fuego tan agotado como su cartera. Llamó a la puerta de la que fuera su casa dos años atrás pero allí ahora vivía una familia ucraniana que había llegado a San Cosme del Robledal huyendo de la guerra. Preguntó a María, una vecina de toda la vida que vivía enfrente, y esta le informó de que su esposa y su hijo se habían marchado a vivir a Barcelona, pero que no sabía nada más. Por otra vecina, amiga de la infancia de su exmujer, se enteró de que Julián, el novio al que Marisa había dejado por él, le había ofrecido trabajo a ella y a su hijo Eduardo, en un restaurante de la Ciudad Condal del que era propietario.
Tras su marcha, todo se había transformado. Ya nada era igual. De hecho, no quedaba nada de su vida anterior y él era el único responsable. Fue a buscar a su hermano Gerardo, al que debía dinero, y este ni le abrió la puerta. Sin un trozo de pan que llevarse a la boca, y con un viejo macuto cargado de una ropa, tan sucia como su conciencia, a modo de almohada, se quedó dormido en un parque.
Una pareja de la policía local lo despertó.
-Oiga, buen hombre, aquí no se puede estar así, esto es un espacio público y hay niños. Levantesé y vayasé a otro lugar -le espetó el policía de más edad.
-¿Y qué otro lugar me sugiere, agente, si estoy en la calle y sin un duro? -le respondió.
-¿Eres Bernardo? -le preguntó sorprendido el más joven de la patrulla.
-¡Cienfuegos! Bernardo Cienfuegos, o lo que queda de él...
-¡Ostías, tío! Con esas pintas y con esa barba cualquiera te conoce...-¿Y qué tal por Cuba?-le cuestionó con cierto tono de sorna.
-Me equivoqué, tío. Me volví loco por esa mulata, y todo era mentira. ¡Lo he perdido todo! Y Bernardo rompió a llorar como un niño.
-¿No tiene adónde ir? -le preguntó el policía de más edad.
-Ni dinero, ni casa, ni familia. No tengo nada.
-¿Te importaría dormir en la cochiquera de mi cuñado? le han entrado a robar varias veces y está buscando alquien para que cuide la granja por las noches -le planteó.
-¿Me estás hablando en serio? -le preguntó Bernardo, emocionado.
-Como que me llamo Paco y llevo treinta años en la policía -le respondió.
-Pues claro que quiero ese trabajo. Si hay una cama y comida acepto.
Y así fue como, por un golpe de suerte de esos que a veces nos regala la vida, Bernardo Cienfuegos tuvo una segunda oportunidad. Aunque, todo hay que decirlo, se oyen rumores de que anda ahorrando para irse a la República Dominicana.
lunes, 3 de febrero de 2025
La diferencia
Qué quieren que les diga: como se escribe en las presurizadas tripas de un Airbus A300-200, sobrevolando el océano Atlántico rumbo a Centroámerica, no se escribe en ningún sitio. Y eso a pesar de la muchedumbre que, a mi alrededor, intenta distorsionar y confundir mis ínfulas literarias con sus idas y venidas, con sus voces, con sus melódicos ronquidos, o con el embriagador olor de sus pies. Krzystof viene conmigo; o más bien podría decir que lo he sacado a la fuerza de su helada Varsovia para acercarlo, por unos días, a una nueva dimensión. Allí, en el aeropuerto de Ciudad de Guatemala nos estará esperando Carlos, cubano mexicanizado y con pasaporte español, que, por cuestiones profesionales, que no vienen al caso, hace días que goza de un nuevo estatus, o, metafóricamente hablando, inicia su andadura vital en una nueva dimensión. Este viejo viajero que les escribe, que pronto será abuelo, vivirá una semana en la dimensión de los grandes viajes, que es una dimensión que inauguré hace veinticinco años y que me ha llevado a viajar por todo el mundo vendiendo champú, para no ser menos que el mítico comerciante italiano Marco Polo. En todo viaje grupal hay muchos viajes. De hecho, cada uno de nosotros tres viajará a su yo interior de la mano de lo exterior, en el que cada paisaje, cada paisano, cada comida, cada sonido, o cada experiencia, será tamizada e interpretada en base a la cultura y la visión del mundo que nos moldea. Y ese molde, cargado de prejuicios que nos atenazan sin que nos demos cuenta, se rompe en mil pedazos cuando nos lanzamos al vacío -que suele estar lleno de todo lo que desconocemos- y observamos el mundo que se abre ante nosotros con los ojos del corazón. Y es entonces, en esa especie de epifanía, cuando comenzamos a entender el infinito valor de lo diferente. Lo diferente, le pese a quién le pese, es la gran dimensión. La diferencia, para mí que no soy nadie, lo es todo.
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