lunes, 1 de diciembre de 2025
Sueños navideños
Soñé que mi novela copaba las listas del libro del año. Fue un sueño extraño y sudoroso, como si hubiese corrido la maratón de Nueva York. Papá Noel era mi padrino y me aseguraba que cada familia española y latinoamericana recibiría gratis su ejemplar. Yo le decía que eso no era posible, que la tirada de Malditos Tábanos era tan corta que no daría ni para llegar a todas las familias de la isla de Tabarca.
Él me dijo que eso era cosa suya y que no me preocupara. Y dicho y hecho: sus elfos tomaban al asalto la imprenta en la que toman forma los libros de la Editorial Tirano Banderas, y las máquinas expedían libros a troche y moche sin necesidad de papel ni tinta.
Más tarde le comenté que sentía pánico a los críticos, a las reseñas y a ver mis vergüenzas al aire. Me aseguró que estaba convencido de que el libro iba a triunfar y que por eso se había metido en mi sueño para cambiar mi destino como literato. Yo le dije que no me sentía preparado para el éxito, que me faltaban tablas y erudición. Le confesé que no sé nada de literatura, que tan solo escribo de oído, que no tengo estudios y que lo mío, en realidad, es la venta de champú y cremas para la cara.
—No te preocupes por eso —me dijo—. El año pasado me metí en los sueños de Juan del Val y mira cómo le ha ido. Así que, Pepe, tú tranquilo, sigue escribiendo, que yo me encargo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario