jueves, 21 de abril de 2011

La escultura limpia







Sigo profundizando en la escultura como lenguaje. Quizás ahora más que nunca lo necesite, ya que, según parece, mi lenguaje hablado se entiende, o se percibe, como una gran deriva hacia la ambigüedad. Ocurre, en ocasiones, que el exceso de clarividencia puede ser interpretado, de manera malintencionada, como una abstracción, sobre todo por aquellas personas que no están dispuestas, ni interesadas, en interpretar la verdadera esencia del discurso o de la obra.
Huyo de lo farragoso y lo acometo con limpieza. Lucho con lo sencillo y lo cotidiano como armas arrojadizas frente a la especulación y los equilibrios forzados. Forzar equilibrios genera en el espectador, o en el oyente, mucha más sugestión y erotismo que la ortodoxia de la sencillez y la constancia, pero ese es mi camino. Guste más o guste menos. Me he atrevido, inclusive, a acuñar un lema que define este posicionamiento: "Frente a la apariencia, consistencia".
Me está costando mucho encontrar el camino en la vida y en el arte, por eso disfruto y creo cada vez más, con la limpieza, rotundidad y sencillez de mis propuestas. Acertadas o equivocadas. 
Me permito coquetear con la figuración abstracta, el minimalismo y, ahí quién dice que hasta con el póvera. Ustedes decidan. Por y para ustedes trabajo y, aunque no lo parezca, les puedo asegurar que disfruto.

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