No me digan que no: ¿A que no hay muchas sonrisas como la mía? Mi sonrisa sería muy adecuada para un anuncio televisivo de un dentrífico contra la gingivitis. También podría usarse como un cartel para una película de terror, o para una contemporánea bandera en una lancha de piratas somalíes.
Como se puede apreciar en la instantánea: me falta solamente una pieza, aunque tengo varias ligeramente descontextualizadas, que es otra forma de decir que tengo algunos piños "de aquella manera"
La cuestión es que yo nunca me había visto mis dientes de una forma tan precisa y ahora que los conozco mejor, tengo que reconocer que me siento orgulloso de que tan sólo me falte un premolar.
Recuerdo en una ocasión en México cuando una señora, que se declaraba la amante del gobernador de un importante estado sureño, los puso en peligro atizándome un tetazo en la cara que me dejó bailando varias piezas. Con esa agresión aprendí dos cosas: que mis dientes fueron más fuertes que su voluptuosa glándula mamaria y que a algunas mujeres no les gusta que les digan que no. Al final, yo pagué los gastos del ortodoncista.
A mí me fascina mascar. Por ello, tengo que reconocer que, aunque mis dientes no sean muy aptos para grandes exhibiciones bucales, mastican de maravilla todo tido de viandas independientemente de su textura, dureza o presentación.
Cuando era niño, me daban un miedo terrible las calaveras, y ahora que soy más grandecito, cuando veo alguna, me da la impresión de que se están riendo. Aunque pensándolo bien: ¿de qué se podrán reír las calaveras?
Quiero donar esta radiografía maxilofacial a la ciencia y quiero donar, ya de paso, mi sonrisa cadavérica a la Fundación Coca-Cola.
La sonrisa de Coca-Cola es, sin duda, la más famosa y la mía, quién sabe si, quizás sea, la más original.
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