domingo, 3 de julio de 2011

¡Vuela pajarillo, vuela!






Seguramente viendo esta foto sentiremos aprehensión y odiaremos con todas nuestras fuerzas a las hormigas. Sin embargo, cuando nosotros nos comemos el pollo asado no nos sentimos tan rabiosos, al contrario, disfrutamos a más no poder.

La naturaleza no tiene sentimientos. El pez grande se come al chico. Las hormigas, como se aprecia en la fotografía, actúan como auténticas necrófagas. Posiblemente el pollito se cayó del nido y si no murió del golpe murió de deshidratación. Aunque hay algunas especies, como los cucos, que ponen sus huevos en los nidos de los gorriones, y cuando sale del huevo el pollo del cuco, que es como tres veces del tamaño de los pollos de gorrión, este los arroja del nido, sin ninguna lástima, y se hace el amo de la situación.

Por eso, en alguna ocasión habrán escuchado la frase de: ¡Qué cuco eres! refiriéndose a una persona que es muy avispada.

El pobre pollito no llegó a volar, bueno sí, del nido al suelo, pero sin control de su aerodinámica, como caería yo desde un cuarto piso.

Este encontronazo fortuito con el malogrado pollito me ha hecho recapacitar, mientras caminaba, sobre los niños que mueren, sobre los proyectos que no se logran o sobre lo indefensos que estamos ante la naturaleza. Cada vida que se trunca de forma traumática, aunque sea la de un pollito, nos puede afectar de manera incontrolable.

En ocasiones, cosas tan sensibles como el batir de las alas de una mariposa, puede terminar convertidas en un huracán al otro lado del globo terráqueo.

Habrá quién se lo crea y quién no, pero este pollito muerto, ha recobrado vida y protagonismo con esta foto y con este relato y, gracias a Internet, podrá sobrevolar a través de las ondas, como seguramente le hubiese gustado, por un sinfín de campos, de montañas y de países.

¡Vuela pajarillo, vuela!

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