No tengo una razón especial por la cual hoy he decidido recuperar, de mi baúl de los recuerdos, esta foto del torito de Cuajimoloyas. La tomé en la Sierra Norte de Oaxaca, en el poblado cuyo nombre nativo es Yaa Cuetzi, en noviembre de 2005, cuando, ni por asomo, nadie se podría imaginar la epidemia de crisis y de mierda, a modo de Tsunami o de cura de humildad colectiva, que se nos venía encima.
Por aquel entonces, yo buscaba en cada viaje de trabajo a México, algún ratito para buscarle máscaras tradicionales de carnaval a un amigo gallego, con el que, por cierto, terminé como el Rosario de la Aurora.
En esa ocasión, aunque no fue ese el motivo de la excursión, haciendo alarde de mi recién adquirida faceta de Indiana Jones, me documenté tanto sobre el tema de mi amigo -las máscaras- que llegué a saber que en algunas iglesias de México -en una extraña costumbre derivada del sincretismo religioso que suele aceptar la iglesia católica en los lugares donde se conservan ritos paganos- se guardan las máscaras de los carnavales tradicionales.
Picado por la curiosidad, y en vista de que no había nadie en la diminuta iglesia y esta se encontraba abierta de par en par, me recreé buscando las máscaras por si sí o por si no.
Desgraciadamente para mí y para mi ex-amigo, allí no encontré máscara alguna, pero si me tropecé en la zona alta - en lo que debía ser el coro de la iglesia- con este torito de fuego que, seguramente, tras haber hecho las delicias de los niños y no tan niños, descansa el resto del año en tan piadoso lugar.
Detrás de él, como podemos ver en la fotografía, había un pequeño y mestizo nacimiento, que, posiblemente, se luzca todas las navidades en aquella pequeña parroquia serrana. En Cuajimoloyas todo es tan humilde y tan grandioso como su torito de fuego, o como su nacimiento, o como los bancos de madera de su parroquia pintada de azul cielo y blanco.
Los lugareños, de origen zapoteco principalmente, son gente sencilla y trabajadora que vive en sus jacalitos en condiciones muy precarias, pero se sienten muy orgullosos de sus orígenes y de su pueblo. Es una maravilla escucharles hablar entre ellos en su idioma, que, como muchos otros idiomas precolombinos en México, se han conservado pese a la presión y la imposición del castellano desde hace siglos.
Los pueblos indígenas mexicanos son una de las grandes riquezas de este país y de toda la humanidad, pero aún, hoy día, no son tratados ni reconocidos en la forma que se merecen.
A lo largo y ancho de mis viajes por México he admirado a Tzotziles, Tzontales, Zapotecos, Mixtecos, Perúpechas, Triquis y Nahuas. Algunos de estos pueblos u otros mucho menos numerosos, corren el peligro de perder su cultura y sus costumbres, todo un legado cultural ancestral que debería ser protegido y custodiado por todos.
Este torito de Cuajimoloyas, ahora lo tengo claro, me ha venido a refrescar mi pasión por México, mi admiración por sus gentes y el respeto tan profundo que le tengo a sus costumbres y sus tradiciones.
Muchos de estos pueblos que, desgraciadamente, siempre han vivido en crisis nos podrían dar lecciones de como superar la nuestra.
Pero, yo de ellos, después de todo lo que les hemos hecho y les hacemos pasar, no diría ni mu.
A lo largo y ancho de mis viajes por México he admirado a Tzotziles, Tzontales, Zapotecos, Mixtecos, Perúpechas, Triquis y Nahuas. Algunos de estos pueblos u otros mucho menos numerosos, corren el peligro de perder su cultura y sus costumbres, todo un legado cultural ancestral que debería ser protegido y custodiado por todos.
Este torito de Cuajimoloyas, ahora lo tengo claro, me ha venido a refrescar mi pasión por México, mi admiración por sus gentes y el respeto tan profundo que le tengo a sus costumbres y sus tradiciones.
Muchos de estos pueblos que, desgraciadamente, siempre han vivido en crisis nos podrían dar lecciones de como superar la nuestra.
Pero, yo de ellos, después de todo lo que les hemos hecho y les hacemos pasar, no diría ni mu.
ME ENCANTO TU COMENTARIO SOBRE MI PAÍS, AUNQUE YO NO SEA DE OAXACA, EL HECHO QUE TE AGRADE ES PARA MI UN HONOR COMO MEXICANA, SALUDOS Y QUE SIGAN ÉXITOS
ResponderEliminarLa verdad es que he tenido la oportunidad de viajar contigo a México y es un país que realmente impacta por sus gentes, costumbres y eterna crisis, de la que como bien dices, deberíamos aprender. Admiro tu respeto por el pueblo Mexicano.
ResponderEliminarPedro.-
viendo la foto me hiciste recordar a las fiestas patronales de aqui de Peru, en ellas siempre presentan esos toritos pero aqui les dicen vaca loca o toro loco, le ponen cuetecillos y al presentarlo en la fiesta prenden la mecha mientras q la persona q se puso el toro o la vaca encima corre por todos lados los cuetecillos van reventando y algunas veces caen sobre la gente salen tambien luces.
ResponderEliminarcon cariño susana PERU
Crisis siempre hay! Y como buenos mexicanos salimos adelante, que lindo que te intereses en nuestra historia y que seas curioso, ya me imagino cuando les escuchas hablar dialectos hay muchos!
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