lunes, 21 de enero de 2013

Expectativas


Si miráramos a nuestro alrededor, o más allá de nuestras narices de vez en cuando, nos daríamos cuenta como la gente: nuestra familia, nuestros colaboradores, nuestros clientes, etc, tienen expectativas sobre nosotros. Bueno, no seré presuntuoso, pongamos mejor aquí que deberían tenerlas. Malo si no las tuvieran.
En muchas ocasiones, nos hacemos los suecos, miramos para otro lado y decimos: ¡virgencica que me quede como estoy! apretamos los dientes e intentamos seguir avanzando sin cambiar un ápice nuestro discurso. ¡Craso error! Cuando sentimos en el cogote, o en la cuenta bancaria, que tenemos que cambiar, es porque tenemos que cambiar.
Nuestros clientes y especialmente nuestros colaboradores -que no olvidemos nunca que deberían ser nuestros principales clientes- siempre esperan de nosotros nuevas tomas de decisión, cambios de estrategia que eleven tanto nuestra moral como nuestros resultados. A nadie le gusta trabajar en una empresa mediocre. He escuchado miles de veces este lamento: ¡Es que mi equipo está muy acomodado! Cuando en realidad, me daba toda la sensación de que el auténtico acomodado era él.
Los nuevos proyectos -por pequeños que estos sean- deben estar suficientemente argumentados, entrenados e incentivados, si queremos que surtan su efecto. Implicar al equipo para su adecuada implantación siempre será una decisión acertada. Como todos sabemos: diez ojos ven más que dos. Los proyectos no deben convertirse en imposiciones, más bien deberían considerarse como lo que son: "proyectos", que definitivamente se implantarán en nuestro trabajo cuando demuestren su valía y, lo que más nos interesa, su rentabilidad. 
Los cambios profundos se consolidan cuando se comienzan a realizar poco a poco. No hay que ser bruscos. Las personas que conviven con nosotros necesitan tiempo para aceptar y comprender esos cambios. Necesitan ser conscientes de nuestras razones y nuestro trabajo debe consistir en implicarles y darles parte del protagonismo en las reformas que pretendamos llevar a cabo.
Liderar un proyecto es muy bonito, siempre y cuando seamos capaces de generar buenas expectativas a nuestro alrededor. Los jefes -los que dirigimos nos guste o no lo somos- tenemos que sentir el respeto y la implicación de nuestros equipos, de lo contrario, dirigir se convierte en un suplicio y nuestro trabajo carece de sentido.
Disfrutemos trabajando y hagamos disfrutar a nuestro equipo. Trabajar no es sufrir, trabajar es disfrutar.


5 comentarios:

  1. Como bien dices Pepe nadie hoy kiere trabajar en una empresa mediocre, por lo tanto hay ke empezar a cambiar esa perspectiva, hay ke ir implantando en los negocios esos pequeños cambios, en unos sitios costaran mas y en otros menos, pero no hay ke kedarse atras. kien se keda atras se lo lleva la corriente. No hay nada como ir poniendo pequeñas metas, una tras otra y ver ke el equipo se involucra, se entusiasma, y cuando ya se empiezan a conseguir esas metas, zassss, ke gusto tu equipo responde con entusiasmo..... Y seguir, seguir, seguir......

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  2. como bien dices, trabajar es difrutar. Hay que trabajar disfrutando, debemos transmitir ilusion a nuestro entorno con ideas positivas, asi las cosas salen mucho mejor. Si pensamos en negativo, tendremos resultados negativos.

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  3. Efectivamente VILLARES , el exito no esta en conseguir una meta , si no , en no parar de conseguirlas todas

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  4. Mario, el que mucho abarca poco aprieta. Todas de golpe no, mejor de una a una.

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  5. Algo he aprendido en mi humilde profesión no hay empresas, almacenes, industrias o colegio mediocres y si de casualidad llegaras a tocar la puerta de uno de ellos recuerda siempre TU PUEDES MARCAR LA DIFERENCIA.

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