Admiro a los poetas. A la belleza de sus composiciones. A la sutileza de sus discursos. A la frágil fortaleza de sus formas. A su compromiso con la vida. A su afán por endulzar el sabor amargo. A su capacidad de magnificar lo que, para muchos de nosotros, es casi imperceptible. A su voluntad de encontrar sentido al sin sentido y luz en la oscuridad.
Los poetas son magos del verso. Barqueros de Caronte. Almas elegidas. Voces del silencio. Caminos de rimas que fluyen hacia nuestros sentimientos. Bosques de dulzura. Oleaje de nuestras conciencias. Ilusiones frustradas. Dolor. Sufrimiento. Pasión.
Admiro a los poetas por su habilidad para conectar con los sentimientos colectivos. Por su facilidad para embellecer nuestras miserias. Por su compromiso por cultivar nuestro lado más humano.
Los poetas son bálsamo y medicina. Los poetas son un puente de carne y hueso entre lo mundano y lo divino. Entre el bien y el mal. Entre el amor y el sufrimiento. Entre el todo y la nada.
A veces me gustaría ser poeta. Y llevar un sombrero bohemio con una pluma de rapaz, una bufanda larga multicolor, y un bigote a lo Dalí.
En mi barrio había un poeta así. Empequeñecido por los que él se empeñaba en engrandecer. Refugiado en el alcohol. Portando carpetas de versos imposibles emborronados por gotas de ginebra de garrafón. Buscando lectores sin sordina. Editoriales que entendieran su verso libre y su ausencia de métrica y de cordura.
Quizás no me atreva con la poesía por querer racionalizar demasiado mis actos. O por no beber ginebra. O por huir de lo que debía sentir el poeta de mi niñez. Quizás no haga poesía simple por cobardía. Por miedo. O tal vez sea por respeto a los que sí saben realmente acariciar y decorar las palabras para transformarlas en poemas.
Así que tan sólo les diré que:
Nuestra vida, sin poesía,
estaría más triste y vacía.
¡La vida sin poesía sería callada y silenciosa, sería como una noche fría, en busca del sol que ilumine nuestros corazones! Qué gran verdad has dicho en tu relato. Los poetas son los humanos que van por la vida llevando melodía y alegría a los que buscan paz y sosiego a su existir.
ResponderEliminarYo admiro a todos los escritores, pues sabeis transformar,de forma sublime sentimientos en palabras y luego lo compartis con nosotros, lectores compulsivos. Mil gracias.
ResponderEliminarGracias Conchy, el día que yo aprenda a escribir las ranas habrán criado pelo...
EliminarEstoy segura de que algunas tienen pelo.... Venancio Mulero opina igual que yo...Un abrazo.
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