Ahora que sé que ha muerto el creador de los huevos Kinder, y que una parte importante de la humanidad lucirá esta noche ropa interior de color rojo, siento que tan extraña coincidencia me está produciendo cierto desasosiego.
A mi hija Yolanda, cuando era pequeña, le encantaban los huevos Kinder, y, por tanto, a buen seguro, también ella sucumbirá ésta noche ante el mágico influjo de la ropa interior de color rojo. Sin saberlo, los huevos Kinder mantienen una íntima relación con la ropa interior de color rojo, con independencia de que ésta sea de Primark o de La Perla.
Lo que nunca antes me hubiera imaginado es que un inocente huevo Kinder tuviera algo que ver con un lascivo sujetador con encajes en color rojo pasión, pero al parecer sí que la tienen. Si el conjunto erótico festivo en cuestión fuera de La Perla constaría un huevo, pero no Kinder, sino un huevo de pato que, al parecer, siempre han sido los más caros.
Por tal motivo, la ropa interior roja del Primark es a las gallinas, lo que la de La Perla es a las aves palmípedas.
Me desconcierta pensar, y no sé por qué lo pienso, que a muchos caballeros que ésta noche les van a regalar a sus parejas un salto de cama en color rojo de La Perla, para con ello intentar dar rienda suelta a sus más íntimas fantasías antes de que acabe el año, pudieran meter la pata, porque de no acertar con el modelito el fracaso les habrá costado un huevo de pato, se les pondrá la carne de gallina, y, tristemente, se tiraría por tierra el portentoso efecto del Viagra.
Así que, con ésta inclasificable monserga, pongo punto y final a los soporíferos relatos de este año, deseándoles a todas y a todos mucha salud, prosperidad, y amor para el 2017.
Aunque la fiesta nos cueste un huevo... ¡Feliz año nuevo!