viernes, 8 de noviembre de 2019

¿Y para cuándo las perdices?


Me ha faltado tanto de padre como de centímetros de cuello. Modigliani pintaba largos cuellos tal vez acuciado por la misma carencia paternal. Y es que los padres van más a lo suyo. Lo sé porque soy padre. Por dos veces padre. Padre una primera vez en mi juventud y padre en una segunda oportunidad en mi decrepitud. Lo del cuello entiéndanlo simplemente como una reclamación estética, sin importancia, que le hago a la genética de mi familia paterna, aunque a esa parte de mis orígenes no le puedo recriminar nada porque me regaló a mi abuela Mercedes, que en paz descanse. 
Vuelo leyendo a Eduardo Halfon, al que siempre leo con un cariño inexplicable. Vuelo a Barcelona. Vuelo con mi complejo de cuellicorto, pensando en mi padre, y en mis hijas, y en todo lo que le debo a la vida, que no es poco.
Eduardo siempre consigue incitarme a la escritura. Leerle genera en mis dedos una ráfaga de letras, y de palabras, y de frases elegantes que no me pertenecen, y que sólo él es capaz de extraer de mí. 
Ayer fui nuevamente a ver a mi padre. O a ver lo que queda de él en su reclusión. Ya no quiere salir de la casa. Yo intento ir a verle a menudo pero tal situación me deja sin palabras. Mi padre, y sus eternas contradicciones, siempre me han dejado sin palabras. 
Yo vuelo y leo, y, entre tanto, visito a mi padre. Barcelona me espera plagada de contradicciones, como contradictoria es mi visita, y como contradictoria es mi situación. Anoche, como tantas y tantas noches, le leí un cuento a mi pequeña Ana María, y, como tantas y tantas noches, se quedó dormida antes de llegar al fin.
La vida recta y pulcra. La existencia perfectamente planificada y controlada. El futuro expedito. El “y fueron felices y comieron perdices” es el edulcorado y envenenado fin de demasiados cuentos. 

Cuentos tan alejados de la realidad y que, inconscientemente, desde bien pequeños, nos cargan de contradicciones para siempre. Pensándolo bien, tengo el cuello tan corto como una perdiz.

9 comentarios:

  1. Eso que sale ganando la niña si de duerme antes de que llegue lo de vivir felices y comer perdices.

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  2. Aunque sean cuentos edulcorados, mientras siembren buenos sueños en el corazón de los inocentes, creo que siempre sirven para preservarnos un poco más de la crudeza con que nos atacará más adelante la vida.

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  3. Esos cuentos perfectos nos hacen soñar nos dibujan una sonrisa y nos llenan la mente y el corazón de sueños metas y amor,porfavor que no desaparezcan los cuentos y gracias por los que tu nos regalas.

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  4. Jbmurcia , esos son cuentos para soñar , pero a la hora de la verdad es que son engañosos , ya que ni son felices para siempre y mucho menos comían perdices , te deseo una feliz noche , besos de flor.

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  5. La vida es bella. Las complicaciones las buscamos nosotros.

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  6. A mí me encantaban los cuentos... que no me contó mi padre, pero sí mi hermana ( que a ella se los contó ) Besos.

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  7. Debiera ser más fácil tener un final feliz.

    Besos.

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  8. A mí me encantan los cuentos, de siempre, los que son bonitos, los de osos que hablan, donde los sueños cobran vida, aquellos donde la felicidad acaba por reinar. Porque para infelicidad, para historias donde la maldad reina por encima de lo bueno, para eso ya está el telediario.
    SAludos.

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  9. Pues a mi me gustan los finales con las perdices y esa que has pintado está muy bien.
    Un abrazo.

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