lunes, 11 de abril de 2022

Nadie y Nada

No quiero que nadie conozca mi rostro. Cambié de ciudad para comenzar de cero y me cubrí. La gente me mira con desconfianza. Cambio mi máscara con asiduidad para protegerme y generar más desconciento: el mismo desconcierto que ellos con su rostro al descubierto generan en mí. Subsisto tocando la guitarra en plena calle. En esta gran urbe que me resguarda, nunca toco en el mismo sitio en una especie de huída hacia ninguna parte. He conseguido borrar la identidad que me atormentaba para convertirme en un nómada de mi mismo. Soy la "Paradoja de Teseo" en versión humana, si es que acaso me queda algo de humanidad. He cambiado tantas veces de aspecto que ya si apenas recuerdo lo que fui. Auque eso, más que preocuparme, me alivia. Es agua pasada. Soy el hombre de las mil caras y de ninguna. Pero...¿qué digo hombre? ¿Acaso importa mi género? No pretendo relacionarme con nadie. Tan solo huyo hacia adelate dejando atrás lo que me atormentaba para adentrarme en nuevos tormentos. Por mucho que cambio nunca me resulta suficiente. Hoy toco mi vieja guitarra ante la atenta mirada de un niño que, temeroso, agarra con fuerza la mano de su madre. -¿Ese señor no tiene rostro, mamá? -escucho que dice. -No lo necesita, cariño -le responde la madre. -¿No necesita una cara como nosotros? -pregunta el chiquillo contrariado. -Su cara es su música. Creo que eso el lo que pretende decirnos...-le explica la madre. -Pero mamá:¡la música no tiene cara! -grita el niño. -Tal vez sí...vamos, que llegamos tarde a casa de la abuela. -¡No lo entiendo! -dice el niño. -Creo que eso el que pretende este señor, mi niño, que no lo entendamos. Los veo marcharse. Otros llegan. Barco lleno y barco vacío. Comienza una ligera lluvia. Recojo las monedas. Acudo a Nada, la vieja pensión en la que no me piden documentos ni tampoco que descubra mi rostro, en una ocultación compartida. Ellos se ocultan de la administración para no pagar impuestos y yo del mundo. Nada es un nombre magnífico para un hospedería que no existe. Aquí he conseguido ser lo que siempre he pretendido ser: nadie. Nadie, de momento, vive en Nada.

5 comentarios:

  1. Es incómoda la mascarilla para tocar la armónica. Yo me cambiaría a la guitarra.
    Buen relato.

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    1. Gracias por echar una mano, Macondo, y gracias por tus lecturas. Un abrazo.

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  2. Me ha encantado tu relato. Un beso.

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  3. Peores que los que usan máscaras sobre sus rostros son aquellos que ocultan sus máscaras debajo de sus rostros.

    Saludos,
    J.

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  4. A veces la máscara nos viene bien.
    Salu2.

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