miércoles, 4 de mayo de 2011

Las chicas de oro
















Al Caserío de Inazares (Moratalla-Murcia) me llevé, sin que ellas supieran para qué, a todo el equipo de Telemarketing. Por fin les tocó. Las saqué de sus cuatro paredes, las aparté de sus teléfonos y me las llevé a donde Jesucristo perdió el alpargate. Al llegar, el canto de los pájaros y el rebuznar de los burros, les brindó un original recibimiento, que terminó por descolocarlas por completo.



Mientras se daban cuenta que sus teléfonos móviles se quedaban sin cobertura, ocupamos la vieja aula, que hace décadas que no acoge a ningún alumno. La primera dinámica consistió en descubrir esta pequeña aldea de montaña. Los dos equipos que formamos se adentraron en sus callejuelas, entrevistaron a sus escasos y envejecidos habitantes, sin saber en ningún momento, que lo que estaban haciendo era iniciar un juego en la búsqueda de su propia realidad.



Posteriormente los dos equipos defendieron su trabajo de investigación, con más o menos rigor científico y con más o menos rigor estilístico, pero, de cualquier forma, inconscientemente ya se estaban adentrado en un viaje sin retorno que les llevaría a disfrutar de una jornada de trabajo, tan valiosa como diferente, a todas las demás.



Tras la dinámica "defiende y argumenta tu frase" nos fuímos a comer un rico y calorico menú tradicional, donde el cerdo y los embutidos fueron "excepcionalmente" los protagonistas, ya que todos los participantes estamos inmersos, como es obvio, en la "operación bikini".



Ya en la tarde, comenzamos con la dinámica: "Me he dado cuenta de..." y finalizamos con el último juego denominado: "La rueda de prensa", donde afloraron muchos sentimientos que permanecían latentes y secuestrados, encontrando de ese modo, la salida de la forma más bonita que jamás podíamos haber soñado.



Lloramos, nos emocionamos, nos abrazamos, nos sentimos compañeros, nos entendimos y nos planteamos llevarnos mejor, ya que, descubrimos entre todos, que no tiene sentido alguno el que entre compañeros, no nos llevemos bien y no nos apoyemos todos como si fueramos una gran familia.



Las chicas de oro, mis chicas de oro, no son de oro porque todas sean rubias, no es por eso. Son de oro por que año tras año, cubren sobradamente con sus objetivos, e inclusive, como en el curso que disfrutamos días pasados en el Caserío de Inazares, son capaces de sorprendernos y de dejar en mantillas cualquiera de nuestras expectativas.



Es por eso que siempre digo que mis chicas de telemarketing valen su peso en oro.

2 comentarios:

  1. La verdad jose, hiciste una de las partes mas complicadas, en cuanto a relaciones humanas se refiere. Fue una dinamica que bien pudo tomar infinitos caminos algunos a unir otros a separar, pero que va amigo la verdad, si fueras un docente habrias hallado la mejor de las pedagogìas para enseñarnos que " No tiene sentido que entre compañeros no nos llevemos bien" pero en particular que no importa la dinamica el objetivo principal es la enorme tolerancia que debe haber entre nosotros los seres humanos. genial jose simple y magistralmente genial.

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  2. Medalla de oro para un equipo que se pone retos, que se fija objetivos y que con su trabajo constante -y con sus escapadas por Moratalla jeje- crece unido.

    Son las mejores compañeras que una persona puede tener: las chicas de oro, doy fe.

    ¡Besos a todas!

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