domingo, 5 de febrero de 2012

De nuevo a sembrar



Hoy, nuevamente, me enfrento a mi pasión de ayudar a mis clientes a descubrir su auténtica potencialidad. Me siento como el agricultor que, temporada tras temporada, siembra su huerto con las mejores intenciones. Siempre, como la propia vida, en un continuo volver a empezar.
Los habrá que vengan a la formación de fin de semana con la intención de pasar un rato agradable en compañía de otros colegas. Otros vendrán con la intención de pegarse una buena fiesta de desahogo, y los habrá también, afortunadamente,  que vayan a la formación con la necesidad y la inquietud de aprender.
No hay varitas mágicas para llevar bien una pequeña empresa. Todo depende de nuestras ilusiones. Hemos de estar ilusionados con nuestros colaboradores, con nuestro servicio, con nuestro local, con nuestros clientes e inclusive con nuestros proveedores. La ilusión es un potente motor a través del cual podemos conseguir gran parte de nuestras metas.
Aquí nos enfrentamos con uno de los problemas más habituales. Hay mucha gente sin metas, sin objetivos y, por tanto, sin visión de futuro.
Las metas son básicas para la vida. Nos marcan el camino y nos dictan las necesidades para llegar hasta ellas. Si no existen esas metas o esos objetivos el devenir diario se torna monótono y sin sentido. Si lo que queremos es subsistir, sin pena ni gloria, pues genial, adelante. Pero si, por el contrario, lo que pretendemos es mejorar cada día y disfrutar creciendo personalmente y profesionalmente, pongámonos metas y unos adecuados objetivos para alcanzarlas.
Ser mejor persona y mejor profesional cada día es un gran sueño. Para alcanzarlo no hay que plantearse tiempos, cada cual tiene los suyos, pero hay que querer lograrlo. Todo es susceptible de  ser mejorado si nuestro reto cada día es la calidad. Los clientes se reproducen y se fidelizan de manera proporcional a nuestro esfuerzo en la lucha por la calidad. A mayor esfuerzo en calidad más y mejores clientes. A menor esfuerzo en calidad, menos y peores clientes. 
Hoy, nuevamente, iniciamos un camino. El agricultor prepara su huerto para una nueva cosecha. Ya todo es cuestión de hacer lo que hay que hacer. Yo soy un apasionado y ferviente admirador de la agricultura tradicional, la que se trasmite de padres a hijos.
Esos geniales agricultores, ahora tan devaluados, saben perfectamente que todo lleva su tiempo, que todas las tareas son necesarias e insustituibles, que no existen atajos si lo que queremos es lograr una buena cosecha, que nos haga sentirnos orgullosos de nuestro esfuerzo y sentir la admiración de nuestra familia y de nuestros vecinos. Las raíces, en la agricultura o nuestro negocio, son las mismas. Todo dependerá de nuestro esfuerzo y nuestra ilusión.

2 comentarios:

  1. hola amigo, si comparto esa opinion cada nuevo año q me enfrento a mis estudiantes al inicio de año escolar les pregunto cuales son sus metas que piensan seguir, muchos de ellos no saben que seguiran, confunden las carreras, otros en su mayoria tomaran su año sabatico como dicen descansaran y luego seguiran estudiando ya que fueron mas de 12 años estudiando de corrido te imaginas como seran esas futiras generaciones.....un abrazo SUSANA de PERU

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  2. José es cierto lo que dices, hay que forjarnos metas con ilusión e inteligencia, si queremos llegar a ser productivos tenemos que empezar por saber lo que queremos y hacia donde queremos llegar. Igual que tu admiro a los agricultores, que con paciencia día día se esfuerzan y esperan la cosecha de su frutos saben que ahí se vera el esfuerzo de meses. Así es como tenemos que pronernos con las metas planteadas, teniendo concienmcia de lo que se quiere lograr. Creeo que la admiración y el respeto se alcanza con dedicación y buenas intenciones. Hay mucha gente que no sabe por donde empezar,la ilusión y el interes es la meta principal para comenzar una oportunidad laboral y personal. El camino no es facil pero si nos proponemos llegar al final de seguro se lograr sueños, ilusiones y el esfuerzo que conlleva todo ese caminar.

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