miércoles, 1 de agosto de 2012

Vacaciones por los pelos


Por los pelos es una expresión que nos advierte de que algo se ha conseguido in extremis, de manera agónica o de forma casi inesperada. La vida, antaño coser y cantar, se ha transformado en algo parecido al equilibrio circense de la cuerda floja. 
Las vacaciones han llegado este año así: por los pelos. Del mismo modo: mi madre sigue en este mundo por los pelos, mi esposa tiene empresa por los pelos, yo tengo trabajo por los pelos, mi hija pasa de curso por los pelos y España sigue funcionando por los pelos. No me quejaré, aún puedo llorar por un ojo.
El mundo capitalista, también conocido como el mundo de Yupi, en tan sólo cuatro años, se ha convertido en un mapamundi sujeto con alfileres, que, en cualquier momento, se puede venir abajo.
Con este panorama tan apocalíptico, me voy de vacaciones sin saber si, cuando regrese, el mundo seguirá siendo mundo o será un planeta incandescente y con explosiones atómicas en su superficie y ya ni hará falta que vuelva.
Nunca pensé que el futuro -mi futuro- dependiera de una cuestión capilar. 
Subsistir por los pelos debería ser considerado como deporte olímpico y, de ese modo, hubiera sido una de las incorporaciones más innovadoras de Londres 2012. Quizás, el Comité Olímpico Internacional haya descartado incluirlo ya que, de haberlo hecho, tendrían que haber repartido tantos millones de medallas de oro que la economía mundial hubiera sucumbido irremediablemente. Por eso, los que sufren nunca ganan medallas. ¿Los pobres hacen deporte?
Bueno sí, los curas reparten medallitas de San Antonio o San Judas Tadeo a los que sufren, pero luego, cuando los pobres van a venderlas, no les dan por ellas ni para un bocadillo de chorizo de Cantimpalo.
Aunque parezca mentira a los chorizos les va mejor. No a los de Cantimpalo,  que ahora se venden más los de marca blanca, sino a los de traje y corbata. A esos les va fenomenal, aunque, últimamente, se quejan bastante ya que no entienden que hace tanta gente por las calles alborotando y quejándose por vicio. Total por unos recortes de nada. ¡Pancarteros, que sois todos unos perroflauticos! -se les ha oído decir.
Las que están de vicio son las jugadoras de voley playa: ¡madre mía!. A ellas no se les nota nada la crisis. Mientras medio mundo esta al borde del precipicio el otro medio disfruta del voley playa, del judo y del tiro con arco a lo Robin Hood. Vivir para ver.
Con este panorama, tan alentador, me voy de vacaciones sin tener claro, si, eticamente, tengo derecho a descansar mientras otros no tienen ni derecho a una triste pensión de subsistencia.
Conforme me voy haciendo mayor -por no decir viejo- entiendo menos esta vida. Me estoy planteando meterme en alguna religión, aunque no se muy bien cual elegir de entre la amplia oferta que tenemos en la actualidad. Lo mismo me hago de varias para llevarme bien con todo el mundo.
Hoy que, por los pelos, salgo de vacaciones, me siento como se sentiría un preso de Auswitch viendo como se llevan a sus compañeros y pensando que, mañana, el siguiente puedo ser yo.
Como decía Santa Teresa: Vivo sin vivir en mí. Así, queridos lectores, de esta forma tan meditabunda y reflexiva, me voy de vacaciones. A pesar de todo soy un hombre afortunado. La vida es bella, quizás una belleza abstracta, un tanto picassiana, pero al fin y al cabo, belleza. 
Ya entiendo por qué, estos últimos días, todo el mundo prefiere mirar a las jugadoras de voley playa. Para qué mirar para otro lado: total, para lo que hay que ver...



1 comentario:

  1. Por los pelos se sacaba del agua a los marineros que caían por la borda, antiguamente. Me he leído tu texto del tirón, casi sin respirar, compartiendo el desasosiego de la incertidumbre, esa con la que tendremos que aprender a vivir en adelante...
    Pese a estas mimbres, te deseo unas buenas y descansadas vacaciones.

    ResponderEliminar