viernes, 6 de septiembre de 2013

La primera nevada


Ayer me desperté sobresaltado. Soñaba que caía una fuerte nevada. El sobresalto venía propiciado porque, a pesar de que dormía, era perfectamente consciente de que aún estamos en verano y, en Murcia, que amaneciese nevando en verano habría supuesto todo un notición.
Rápidamente asocié ese sueño a una premonición. Sin perder un minuto, abrí el oráculo de google y me interesé por los significados que circulan por la red sobre tan sugerente sueño.
Afortunadamente, en tan sólo 0.21 segundos tuve a mi disposición 450.000 informaciones que me podrían aportar algo de luz ante semejante inquietud.
Comencé a leer. No pretendía leer los 450.000 resultados, ni mucho menos. Fui eligiendo, al azar, aquellos que llamaban más mi atención. Cuanto más leía más anonadado me quedaba. Unas informaciones argumentaban totalmente lo contrario que las siguientes. Mientras unas presagiaban buenos augurios otras hablaban de tristeza y desilusión. Supongo que esto de la interpretación de los sueños es como la interpretación de los datos macro-económicos, o de la explicación de las cifras del desempleo en España, o el hecho de ser del Barsa o del Madrid. La misma cosa se ve igual pero se entiende del revés. Lo que es bueno para unos es malo para el otros.
Así que, sin nada mejor que pensar ni que hacer, opté por hacerme el desayuno. Mientras lo hacía pensé que preparar un desayuno sería la misma cosa para unos y para otros. También pensé que a unos y a otros les gustaría tener la suerte de probar uno de mis deliciosos cafés con leche con miel, con leche fresca del Barranquillo, ahí es nada. Unos y otros disfrutarían del mismo modo de la tranquilidad que rezuma mi casa. Del sonido de los abejarucos. Y de los mirlos. Y de las perdices. Y de las inseparables tórtolas. El sueño de la nevada me hizo recapacitar sobre el inmenso valor de todo cuanto nos rodea por muy insignificante que, a priori, nos pueda parecer. 
Entonces fue cuando pensé en los aburridos y estériles enfrentamientos entre unos y otros. En la sinrazón del enfrentamiento. En lo absurdos que podemos llegar a ser cuando nos creemos mejores que los demás. Pensé en lo felices que desayunarían a mi lado unos y otros, escuchando las armoniosas conversaciones de estas maravillosas aves. Pensé en lo bonito que quedaría mi patio convertido en una especie de Torre de Babel donde todo el mundo se entendiera por muy extraño que fuera su idioma o su forma de pensar. Pensé en lo bien que nos podría ir a todos si en lugar de separar y dividir trabajáramos en pos de la unidad, el respeto y del reconocimiento a quién piensa, vive, reza o ama de forma diferente. 
La premonición de esta ensoñación es, sin ningún género de dudas, un presagio de esperanza. En el fondo, unos y otros, los de allí y los de acá, no somos tan distintos, ante un buen café con leche, y una buena nevada todos respondemos con la misma admiración y con la misma alegría. 
La nieve no es tan sólo, como pensamos, la representación sólida del agua, también es la representación sólida de la esperanza.
Año de nieves, año de bienes.

3 comentarios:

  1. Tienes toda la razón amigo lo mejor que podemos hacer es valorar cuanto tenemos, se nos ha dado y hasta lo que no.

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  2. Año de nieves, año de bienes. Que buena forma de venirse arriba, claro esta que para todo aquel que quiera interpretarlo asi, como siempre digo hace mas el que quiere que el que puede. Y lo mejor ante todo es hacer las cosas unidos y no cada uno en un extremo, por su cuenta para ver quien puede mas. Unidos venceremos, no hay otra. salu2 desde CT

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  3. José qué bonito será que todos pensáramos así seria un mundo mucho mejor, porque aunque se hable diferentes idiomas y hayan diferentes culturas somos seres humanos con sentimientos y sueños. Hay que cuidar cuanto tenemos y luchar por lo que falta por alcanzar.

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