sábado, 14 de marzo de 2015

Mi ladera y yo


Vivo frente a una preciosa ladera a la que únicamente le sobra un cartel de Se vende. He pensado varias veces que si me tocara el Euromillón la compraría enterita, pero siempre me toca lo mismo que le tocó a Clavijo. Los ciclos biológicos la transforman y modelan a su antojo para mi asombro y regocijo. Me fascina tanto esa ladera como el caminito que sube por ella hacia un punto geodésico desde el que se divisa un precioso valle, los restos del antaño majestuoso Castillo de Monteagudo, y lo poco que nuestro subdesarrollo intelectual nos ha dejado en herencia de la Huerta de Murcia. 
El camino, como les decía, la atraviesa, la parte, la disecciona en dos mitades tan perfectamente diferenciadas como enormemente parecidas. Pinos a un lado y pinos a otro. Esparragueras a un lado y esparragueras a otro. Espinos negros, palmitos, tomillos, romeros, espliegos, espartos, algún lentisco, jaras, artemisas, varas de San Pedro, chumberas plagadas de cochinilla, y, sobrevolando el paisaje, abundantes parejas de tórtolas, inseparables, surcando el cielo en pos de un acrobático homenaje a la monogamia. Las perdices, con su ajeo, enriquecen la banda sonora con unos sonidos guturales que parecen besos al aire, y que cambian mucho dependiendo de si son machos o hembras. Los conejos con sus movimientos espasmódicos e inseguros. Las ardillas saltando de rama en rama, balanceando, presumidas, el plumero rojo de su cola. El lagarto ocelado que asoma su cabezota, en busca del sol, para quitarse de encima el frío del largo invierno que estamos dejando atrás.
El mundo entero, a poco que alargue la mirada, está ahí, enorme, maravilloso, frente a mi casa. Lo miro. Me mira. Quiero entender y sentir todo lo que se mueve y acontece delante de mis ojos. Todo me interesa. A él le intereso yo. Lo sabemos los dos desde hace bastante tiempo. Quiero, y siento, que formo parte de eso todo. Con frecuencia, suelo adentrarme por el camino para debatir con el palmito, o con el diente de león, sobre la benigna climatología de ese día, o sobre los filósofos griegos, o sobre la política comunitaria. 
El palmito quiere que llueva más. El erizo se acerca a inmiscuirse en la conversación por puro aburrimiento. El lirón careto nos mira con descaro, asomado por un hueco que hay en el tronco de un viejo acebuche, en el que, para su desgracia y para la nuestra, un pájaro carpintero no llegó a finalizar su nido porque a su hembra, los hijos de unos vecinos,  le pegaron un tiro tan certero como vergonzoso. La culebra de escalera pronto cambiará su piel y nos obsequiará con su vieja camisa, como todos los años. La perdiz ya cuenta los días para poner sus huevos, deseosa de corretear perseguida por sus pequeños perdigones. La lavandera blanca desconfía del cernícalo que nos observa, colgado en vertical sobre nuestras cabezas, como si pendiera de un hilo infinito desde la nariz burlona de la cara de la luna, que, con frecuencia, se asoma envidiosa antes de que el sol se vaya y le de oficialmente el relevo.
La ladera me tiene obnubilado. Me atrae. Me consiente y me exige. Me necesita. La necesito. Mi ladera soy yo. Estoy en cada planta, en cada pájaro, en cada reptil, en cada insecto, en cada flor. A veces, absorto, me quedo mirando a las musarañas, y, aunque no lo crean, porque de todos es sabido que son minúsculas y desmesuradamente esquivas, de vez en cuando las veo pasar huyendo aterradas del acecho permanente de un pequeño autillo que las lleva a maltraer. 
Quiero tanto a mi ladera, que no sé qué más podría contarles sobre ella. Siendo ateo como soy, rezo cada noche para que nadie la compre. No quiero que se venda nunca. Y la salamanquesa que habita en mi porche, y que cada año está más gorda -en eso se parece a mí-, dice que tampoco.
Yo veo todo eso frente a mi casa, cada vez que abro la puerta, aunque sé de mucha gente que, cuando la mira, no ve más que ladrillos, presupuestos, y ruinosos cálculos hipotecarios.

4 comentarios:

  1. Brillante amigo...es un placer, un verdadero deleite el disfrutarte y leerte.

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    1. Amigo, es muy fácil escribir desde los sentimientos. Gracias por tus bonitas palabras. Un saludo.

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  2. un maravilloso mundo, una puerta a un lugar nunca antes soñado y con personajes igualmente maravilloso, simplemente un deleite leer tus escritos.

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  3. Un gran relato donde expresa tus sentimientos. Le da forma a las cosas sencillas y cotidianas. Se mezcla emoción y naturaleza... Como siempre un gusto leer tus maravillosos comentarios. Gracias por permitirnos entrar a esa ventana de buen humor y sabiduría!!!

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