lunes, 16 de marzo de 2015

Semanas


Comienza otra semana. La décima. La cuarta parte del recorrido ya está hecho. La que nos hará superar los cuatro centímetros. Náuseas. Sueño. La tensión y la incredulidad van dando paso al entusiasmo. Tal vez sea niño. Un meón. Un Pepote, como su padre, y como sus dos abuelos. Pero aún no está confirmado oficialmente. La colita que se atisbaba en el monitor bien podría ser un espejismo fálico en 3D. 
Es lo de menos. Lo verdaderamente importante es que está ahí. Que crece. Que se reafirma en su candidatura vital. Que ha decidido saltar al ruedo de la vida. Que su corazoncito, del tamaño de la cabeza de un alfiler, bombea como un motor de gran cilindrada.
Vida. Palabra mágica que brota de las entrañas del bajo vientre de una mujer. Femenino singular. Vida. Esa cosa tan increíble que forma parte, casi en exclusiva, del territorio femenino. De las diosas. De las venus. Yo escribo y observo aún desde la atalaya de mi escepticismo. El temor hace de muro de contención hasta la proeza de la semana doce.
Solidariamente, tengo más panza que mi esposa. Su embarazo real, se desarrolla paralelamente a mi embarazo psicológico. Yo apenas tengo náuseas, pero tengo más sueño que nunca. Mi habitual intensidad vital se ha reducido varias marchas para no poner en peligro mi particular gestación. Mi semana diez. Nuestra semana diez. Embarazados, ambos. Compartiendo esperanzas, sueños, ilusiones, desvelos, nervios, ansiedades. Sin que nadie lo sepa, siento celos de la panza de ella. La miro. Miro la mía. Comparo. La suya es real, da cobijo a un Pepote que mueve los brazos como un karateka cinturón negro. Nada. Bucea. Se ejercita con tesón para la olimpiada de la vida. Mi panza es una ofensa a la estética. Cervecera. Peluda. Hueca. 
¡Qué rabia! quisiera dar vida y sólo doy pena. Mi hijo, con diez semanas, hace más ejercicio que yo. 
Sé que me van a tachar de loco, pero cuando lo veo moverse en el monitor, siento que algo se mueve dentro de mí. 

7 comentarios:

  1. Bueno pues muchas felicidades por esa panza que crece sin que pueda uno hacer nada, más que disfrutar cada instante de la expectativa, la más grande de todas, dar vida y ser testigos de una nueva vida.
    Se te nota la emoción!

    ResponderEliminar
  2. hola amigo despues de tiempo se de ti, un abrazo de tu amiga la peruanita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Maestra Susana, cuánto tiempo sin verte por el blog. ¿Cómo sigues y cómo siguen tus alumnos? Un abrazo

      Eliminar
  3. Nada en este mundo es comparable a lo que describes y a todo lo que se sucederá despues. Que poco queda para ver en tus relatos pañales , biberones , chupetes y oras de somnolencias.
    Me imagino como será ese primer relato....... La locuras de pepote , episodio uno, jejejej

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus buenos deseos, Mario. Lo de Las locuras de Pepote no es mala idea. Saludos.

      Eliminar
  4. Enhorabuena amigo...tú dirás lo que quieras pero eso del embarazo psicológico es un cuento chino...lo de la panza cervecera ahí ya te entiendo algo más. Y no te envidio, pero lo que se dice nada, nada...si tuviera que pasar otra vez por semejante trance...decididamente, me fugaba a Sanjoy y allí me quedaba para los restos...pues nada, que todo salga bien, que seguro que sí. Y cuida esa panza, que tu trabajo te cuesta mantenerla...saludos

    ResponderEliminar