martes, 16 de febrero de 2016

Timoteo Carpio el Obstinado


A Timoteo Carpio Retuerta le llevó varios meses darse de baja de todas las redes sociales a las que estaba inscrito desde hacia más de veinte años. Alguna de ellas lo asedió enviándole cuestionarios de lo más inverosímiles y hasta le hicieron propuestas rocambolescas para que volviese al redil. Apostatar de las redes sociales le resultó más complicado que renunciar a su bautismo, pero lo consiguió. Si por algo bueno destacaba Timoteo era por su obstinación. La idea le surgió tras escuchar al escritor Santiago Roncagliolo postularse a favor de la recuperación de la conversación como nexo común de las sociedades. Dicho y hecho. Timoteo era así: ¡decidido!.
Total que, aquel día, para celebrar que todas sus cuentas habían sido finalmente canceladas, Timoteo bajó al parque más cercano con el loable afán de charlar con la gente. Gente normal y corriente, del montón, con sus olores, su caspa, sus lorzas, sus calvas, sus culos, y lo más importante, gente a la que poder tocar, oler, sentir, besar, o patear, si fuera el caso. Gente de carne y hueso, y no toda esa gente fantasmal que conocía únicamente desde el otro lado de la pantalla, y a la que en su vida había tocado ni un pelo.

-Oiga, caballero: ¿le apetece que hablemos un rato?. -le preguntó Timoteo, con inocencia, a un señor jubilado que mataba el tiempo dándole migajas de pan duro a las palomas.
-No hablo con desconocidos -le respondió con rotundidad el señor.
-Pero, oiga, buen hombre, yo no soy un desconocido, soy un vecino del barrio, que quiere hacer amistades, y retomar el camino del diálogo para recuperar el nexo común entre las sociedades.
-Que le digo, por favor, que me deje usted tranquilo...yo no hablo de política, ni entiendo ni papa de sociedades -respondió, molesto el viejo.
-Entonces, no se preocupe, no hablaremos de política, ni de sociedades, hablaremos de lo que usted quiera -le aclaró, con cierta ansiedad, para tranquilizarlo.
-¿Usted cree que si yo estuviera necesitado de hablar con alguien estaría aquí dándole de comer a estas ratas con alas?. Se lo repetiré otra vez: ¿Me deja usted en paz, o pretende cabrearme?

Tras tan rotundo fracaso, cabizbajo, Timoteo Carpio avanzó hasta el siguiente banco del parque en el que se encontraba una señora de cría, mientras meneaba, con considerable energía, un carricoche cromado de alta gama.

-Oiga, señora: ¿le apetece que hablemos un ratito? -le preguntó Timoteo, poniendo cara de no haber roto un plato en su vida.
-Si está usted buscando rollo ya le adelanto que está perdiendo el tiempo conmigo caballero, además, estoy casada y mi marido, que es fontanero, tiene muy malas pulgas.
-¿Los fontaneros tienen malas pulgas? -le preguntó, interesándose por el tema.
-Ni se imagina los golpes que arrean con la llave inglesa cuando se cabrean -matizó la señora, mientras le metía el chupete en la boca al bebé.

Contrariado, como si sintiera en su cara el dolor de haber recibido un mamporrazo con una llave inglesa, Timoteo avanzó hasta el siguiente banco, en el que se encontraban dos amigas adolescentes, haciéndose un selfi, y ataviadas con el típico uniforme de los colegios de monjas.

-Hola jovencitas: ¿os apetece que charlemos un rato? -les propuso Timoteo, no sin cierto nerviosismo, dándose cuenta, ipso facto, de lo imprudente de su propuesta.
Y una de ellas, posiblemente la más atrevida y dicharachera, le preguntó:
-¿Es usted seguidor de Nabokov, verdad? -le espetó la chica.
-¿Ese tipo juega en el Barsa o en el Madrid? -le planteó Timoteo a la joven, desde el más absoluto desconocimiento de la literatura rusa.
-Entonces, no cabe la menor duda, usted es un baboso. Mire lo que le digo: o se marcha usted de aquí o, en menos de que cuente tres, llamo a la policía. Usted decide.

Abrumado por el bochornoso fracaso cosechado en su intento por favorecer la conversación como nexo común de las sociedades, Timoteo Carpio, continuo avanzando, envuelto en un mar de dudas, por aquel parque tan poco propicio para el diálogo, hasta que se encontró con un joven que trasteaba un artefacto que parecía un Ipad.

-Oiga, joven: ¿no le apetecería charlar un rato, conmigo? -le propuso, al desconocido, casi en tono de súplica.
-No puedo -respondió tajante. Precisamente ahora estoy charlando con una amiga que vive en Tegucigalpa.
-¿Y podría unirme yo a esa conversación, si no es mucho pedir? Es que, según Roncagliolo, ¿sabe usted? esta sociedad está necesitada de diálogo y de conversación -expuso Timoteo, sin mucha convicción en lo que decía, y, por tanto, cuestionando las tesis del pensador peruano.
-¿Y por qué no se abre usted una cuenta en Facebook, o entra usted a un chat de contactos, y allí dialoga todo lo que le venga en gana?
-Es que me estoy quitando de eso -le confesó al desconocido.
-Entonces creo que Roncagliolo y usted pierden el tiempo. Así que, si me disculpa, sigo con mi amiga de Tegucigalpa que su marido se acaba de ir al trabajo -respondió el joven.
-Ya entiendo... pero, dígame una cosa, por un casual: ¿sabría usted a qué se dedica el marido de su amiga? -le preguntó Timoteo, sin venir a cuento.
-Es fontanero -respondió el joven internauta.
-Pues llévese mucho ojo, he oído por ahí que los fontaneros no se andan con chiquitas, y meten cada mamporrazo con la llave inglesa que flipas -le previno Timoteo.
-No se preocupe, buen hombre, mi amiga y yo sólo hablamos de literatura, no sea usted mal pensado...

Y así fue como Timoteo renunció a las pretensiones sociológicas que le habían motivado los planteamientos del escritor, dramaturgo, guionista, traductor, y periodista peruano Santiago Roncagliolo, tras lo cual se dedicó a la petanca. Ahora, tras mucho lanzar, es el alma mater del club senior de Vistalegre. Otra cosa no, pero Timoteo Carpio siempre ha destacado, en todo aquello que se ha propuesto, por su inquebrantable obstinación.


24 comentarios:

  1. Me he divertido leyendo. El relato es muy gracioso, menos mal que se decidió por la petanca, peor hubiera sido volver a las redes sociales. Saludos.

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    1. Entre las redes sociales y la petanca no hay color... Un abrazo, Mara.

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  2. Nos hemos acostumbrado tanto a las redes sociales, que , tristemente, se pierde el contacto personal.
    Tu relato es muy realista y lo has expresado muy bien.
    Una lectura muy agradable.

    Un abrazo.

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    1. Gracias Amalia, tan agradable como siempre lo son tus comentarios. Un abrazo.

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  3. Hay que jugar más a los chinos, y salir a la calle con los abuelos, y tirar de petanca. Tanta Red y cosa rara que hay ahora, no es muy bueno. Si un fontanero te puede arrear con una llave inglesa, es peor un electricista, ya que te puede electrocutar.

    Abrazo.

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    1. Claro, el electricista te puede amarrar a la cama y meterte corrientes hasta dejarte como un pollo rustido. Un saludo, Rafa.

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  4. Ese Timo, un personaje fascinante, con una inocencia de las que ya poco quedan. Esa buena virtud de encontrar conexiones en situaciones distintas y distantes, me encanta.

    Saludos.

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    1. Timoteo, el culo te veo, y sino te lo tapas, te lo agujereo.... Decíamos en el colegio. Un abrazo, Bea.

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  5. yo prefiero las redes sociales tengo un caracter muy volado y en persona casi siempre salgo peleando jajaja pobre de Timoteo si me encuentra.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Pobrecito, sí, mejor que se dedique a la petanca. Además, ese deporte es muy social, y ahí seguro que podrá conversar mucho. Saludos

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  7. Hoy mismo ala hora de mi homenaje diario...café y cigarrito y en cualquier cafeteria en la que pueda estar sentada en la calle.
    Estaba yo con mi libro, muy perdida en los mundos de las letras y un señor se para delante de mi, y empieza a decir a voz alta...OSTIASSSS UNA MUJER QUE NO ANDA CON EL PUTO MOVIL...NI CON LOS FACEBULES, NI WASALES...y es que estamos tan en las redes sociales, que cuando no, hasta se sorpenden...
    Besitos

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    1. Posiblemente ya nosotros pensemos como dinosaurios...Un abrazo Inma.

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  8. Qué bueno Timoteo nuevo personaje, nuevas aventuras. Me apunto sin dudarlo ni un momento, larga vida a Timoteo...este chico es de los que piensan algo, te lo crees y lo haces, y casi siempre se consigue......buen y divertido relato Pepe...un abrazo

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    1. No había pensado que fuera una serie, pero ahora que lo dices....Un abrazo, Jorge.

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  9. Lo que más me gusta es que Timoteo,si el del culo,es de Vistalegre.

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  10. La petanca está divertida y lo de las redes es cierto, pero si no fuera por las redes no habríamos conocido a Timoteo... Ni tanto ni tan calvo, diría un amigo mío. Un abrazo!!!

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    1. Acertada apreciación, mi querido Carlos. En el término medio está la virtud. Un abrazo.

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  11. Parece que no hay vida sin las redes sociales, lo mismo me pasaba cuando era pequeño y me quedaba sin canicas, parecía que se acababa el mundo.....

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    1. Y a mí cuando se me acababa la mona y la chocolatina... me daba el ansia viva. Un abrazo, Mario.

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  12. hola amigo los años me gustaron tus escritos y me encanto esos columpios algo alucinante, un abrazo cuidat

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    1. Muchas gracias, Susana, qué alegría volver a verte por aquí. Saludos

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