sábado, 11 de junio de 2016

Contraparte


Siempre hay una versión diferente de todo. Si hay una parte, hay una contraparte -explicaba Lucía con premeditado paroxismo- Si hay una verdad, hay una mentira. Si hay un amigo, hay un enemigo. Si hay un perro, hay un dueño. Si hay alguien que habla es porque hay alguien que escucha. Si hay alguien que mata alguien cae asesinado. Si hay alguien que llora es porque hay alguien que hace llorar, y tal vez ríe disfrutando del llanto ajeno. Como tal vez ríe el que mata, o el que roba, o el que se escaquea mientras los demás trabajan. O como disfruta el que evade impuestos mientras los demás pagamos religiosamente -¿comprendes a lo que me refiero, Roberto? ¿O no comprendes nada cómo nunca comprendiste nada?
Siempre hay una versión diferente de la historia -continuó explicando Lucía como si todo ese discurso fuera algo prefabricado de antemano- En nada se parece la historia que cuentan los vencedores a la que narran los vencidos. ¿Acoso no leíste veinte veces "Las cruzadas vistas por los árabes", de Amin Maalouf? En nada se parece lo que se ve desde afuera a lo que se vive desde adentro. ¡Lo que yo he sufrido contigo, Roberto!... Y tú, impávido, nunca te dabas cuenta de nada. Hasta el asesinato más cruel se puede disfrazar de romanticismo. El holocausto como higiene social. La religión como arma arrojadiza. Las banderas, los mapas, los pasaportes, las causas justas, las ideologías políticas, los equipos de fútbol, todo tiene su antagonismo. Todo tiene su cara y su cruz. Y tú eres mi cruz, Roberto...¡eres mi cruz!. En eso te has convertido, durante todo este tiempo, en mi cruz.
-Siempre hay una versión diferente de todo, estoy segura -decía ella, mientras acercaba sus labios de terciopelo rojo a una taza repleta de un humeante y aromático café, como si después de soltar todo aquello no hubiese pasado nada- Estoy harta, muy harta de no disfrutar nada en la cama contigo -le dijo- ¿Acaso no te das cuenta de que finjo todos mis orgasmos? ¿Acaso eres tan memo, Roberto?
Él la miraba fijamente, sin capacidad de articular palabra, tan impotente con el lenguaje como con esa verga instantánea y tragicómica. Roberto sintió como su corazón se aceleraba. Toda su vida, de veinte años en común, pasó por su mente como un rayo en una tormenta de verano. Un sudor frío recorrió todo su cuerpo mientras, a su alrededor, la gente se desfiguraba, se deformaba, se volatilizaba, desaparecía. 
Tras recomponerse de tan colosal envite, Roberto se levantó de aquella butaca de diseño, sacó de su cartera un billete de diez euros, que puso sobre la mesa, y respondió sosegadamente a Sofía: -nos veremos en los juzgados- Por cierto, cariño, hace meses que sé que te acuestas con tu psicólogo, como también sé lo del rollo que te llevas con tu jefe desde hace mucho tiempo. Como bien decías al principio de tu perorata, Lucía, si hay una infidelidad hay un cornudo. Si hay un tonto hay un listo, una lista en este caso. Es cierto todo lo que has expuesto, Lucía, siempre hay una contraparte. Una jodida, doliente y silente contraparte. Hay que ver cuánto has aprendido con ese argentino.
Y diciendo esto, Roberto, salió de aquella moderna cafetería, poniendo punto y final a veinte años de relación y aborreciendo definitivamente a Freud.

22 comentarios:

  1. Eso no se lo esperaba tu protagonista...
    Excelente texto, jfb
    Buen fin de semana
    Fina

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    1. No hay más ciego que el que no quiere ver. Saludos, Fina.

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  2. Y yo que venía deseando leer o escribir un cuentico. El tuyo atrapa y una vez atrapados, sangolotea con la intencionalidad de Freud.

    Saludos.

    p.d. No, no imagino el mundo sin música. El asunto es que si no existiera la música, los humanos la inventariamos nuevamente.

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    1. Gracias por tu comentario, Beatriz. Me ponen colorado tus halagos. Saludos.

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  3. Eso por listilla! :P

    Muy bueno tu relato, engancha desde el principio.

    Saludos =)))

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    1. Gracias Liliana, voy a tener que seguir escribiendo para seguir enganchando. Saludos

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  4. Después de 20 años recién entendió que fue un tonto.

    Abrazos

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    1. Yo creo que era cosa de los dos, pero la culpa murió soltera. Saludos, Chaly.

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  5. hasta yo me sorprendí de todo lo que puede haber detrás de una persona que jamas se queja de nada...nunca es tarde para comenzar de nuevo, excelente relato.

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  6. Un gran aplauso.
    Excelente!!.

    Feliz comienzo de semana.
    Un abrazo.

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  7. Si Lucía vivía en un infierno, ha dejado a Roberto en el cielo...

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  8. Muy bueno. Lo curioso de Roberto es que conociendo tanto de su mujer no la hubiera plantado antes. Un saludo.

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    1. Hay gente que tiene mucho aguante, Mara. Saludos y gracias por tu lectura y tu comentario.

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  9. Uf, el holocausto como higiene social, para qué decir más. Te incluyo en mi lista de lecturas; ha sido grato encontrar y leer tu blog.

    Saludos :)

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