martes, 11 de abril de 2017

Saturno


El padre, nuestros padres, tienen la sombra alargada como un ciprés. Su ejemplo, su figura, su temperamento, su afectividad, para bien o para mal, nos condiciona durante toda la vida. A nuestro padre, nuestro abuelo, y nosotros a nuestros hijos. La cadena se transmite mediante una especie de corriente eléctrica que lo condiciona todo. Un ejemplo erosivo, sigiloso, a la par que excesivamente contagioso. El padre ausente, ocupado, desvirtuado y alejado de su condición, que aparece únicamente cuando le viene en gana, se requiere de su autoridad, o más bien de su autoritarismo. 
El padre banco, el padre dictador, el padre amenaza, el padre impertérrito, el padre todopoderoso, justiciero, y casi eterno. Sólo casi.
Saturno se comió a sus propios hijos. Y al igual que Goya, que a través de sus cuadros dejó buena cuenta de ello, el escritor Guatemalteco Eduardo Halfon, en su novela Saturno, nos habla de un padre así, un padre como el mío, o como el suyo, o como yo mismo, que también soy padre ausente y penitente y no llevo camino de mejorar.
Es cierto que ejercer de padre es de las cosa más complicadas a las que nos enfrentamos en la vida, y tal vez por ello, o quién sabe si por cualquier otro motivo inconfesable, incluso teniendo hijos, en ocasiones, renunciamos a ello.
Y, al final, por mucho que queramos aparentar, todo padre no deja de ser un gigante con los pies de barro. 
Emotiva y preciosa novela corta ésta que hoy les recomiendo.

8 comentarios:

  1. Jfb:
    ¡ser padre es más difícil de lo que uno cree!
    Tampoco me gusta criminalizar a los padres, supongo que cada uno intenta hacerlo lo mejor posible.
    Hablo de casos normales, claro.
    Salu2.

    ResponderEliminar
  2. Uno hace lo mejor que sabe....

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Y queramos o no ... todos vamos heredando, constumbres, ideas, pensamientos...

    Muy bueno...

    Besitos !!

    ResponderEliminar
  4. cada uno hace lo que mejor puede
    saludos

    ResponderEliminar
  5. Como han dicho, cada uno hace lo que puede, aunque creo que todos los padres, más de una vez haciéndolo por bien, metemos la gamba.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Si como tu sinopsis es de bueno, seguro es buenísimo libro.
    Un abrazo.
    * las cualidades del padre se agigantan con la distancia de la ausencia definitiva. De eso doy fe. Así que tú tranquilo que creo que haces muy bien tu rol.

    ResponderEliminar
  7. Muy bueno tu ejemplo del gigante con los pies de barro, que me recordó a la estatua del rey Nabuconodosor, algunos nos vemos asi de imponentes como esa estatua pero, somos frágiles y vulnerables, por mi parte nunca he podido ser madre ausente , mis hijos se me pegan como moscas a la miel! y mira que les huyo , pero mi misión son ellos,y pues a pesar de tener oro en la cabeza y barro en los pies también tengo un "corazón de pollo" que me ayuda a no caer. gracias por la recomendacion!

    ResponderEliminar