viernes, 16 de febrero de 2018

Muerte en New York


En aquella ocasión, Willy se encontraba agazapado tras unos contenedores de basura, cuando se abalanzó sorpresivamente sobre un imponente Cadillac que enfilaba con decisión la Sexta Avenida. Ese intento, para su desgracia, fue tan infructuoso como todos los anteriores. La aceleración de aquel Cadillac del 88, y los reflejos de su diestro conductor, superaron con creces a sus ansias por acabar definitivamente con todo. Tras su enésimo fracaso, de manera incansable, Willy lo volvería a intentar. Su padre murió atropellado por un Seat 600 al ir a tirar la basura, por lo que, desde bien niño, siempre tuvo que vivir soportando la guasa de los demás. Tras el accidente, su madre enloqueció, y a él no le quedó más remedio que crecer entre la soledad y la desdicha. Hasta que tuvo la edad y se marchó a New York.
Tal vez por eso, o quién sabe si por alguna otra cuestión inconfesable, Willy —en su pueblo conocido como Guillermo el del 600—, estaba harto de la gente. Pese a lo que él pensaba, su huida a la ciudad de los rascacielos no le sirvió absolutamente de nada. La vida ya le sobraba, le era ajena; tan sólo anhelaba el momento de sentir el rugido de un buen motor sobre su cuerpo cercenado, y, como su padre, expirar tragando una última bocana de humo con sabor a plomo. Paradójicamente, para Willy, su muerte se había convertido en la gran ilusión de su vida. Anhelaba, desde hacía algún tiempo, con morir en New York, y no en Tomelloso, como su progenitor. Tenía la firme determinación de acabar con sus días en la capital del neoliberalismo, debajo de un buen coche, y ante la atónita mirada de cientos de espectadores, ajenos a la terrible performance que Willy soñaba con regalarles.
Al día siguiente, favorecido por la voluminosa carrocería de un reluciente Pontiac color butano, para su descanso, lo consiguió.


16 comentarios:

  1. Descansó en paz, nunca mejor dicho.
    Saludos.

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  2. que triste,anhelar algo asi... estaba tan deprimido,no puedo creer que nadie lo pudo ayudar a salir de ese estado

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  3. Vaya!! Qué triste!!
    Pobre. Qué descanse en paz!!

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  4. ¡Buen relato!En realidad la libertad del ser humano llega hasta ahí. No se habla mucho del tema pero los suicidios siguen aumentando. Saludos.

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  5. El relato refleja la desabridez de la vida, ante la influencia de una sociedad orientada a la competencia y el capital. CUando no nos importa el otro, lo condenamos al vacío definitivo. Rascacielos y automóviles simbología de la productividad a ultranza. UN abrazo, y grato leerlo. Carlos

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  6. Vaya relato!
    A veces, como Willy, también estoy harta de la gente...

    En todo caso si morir era su deseo, pues lo ha cumplido.
    Saludos desde el sur del sur

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  7. cada vez me siento,al leer, en una decada lejana,del policial negro, es SUPER INTERESANTE, solo lo sabes hacer tu!gracias x comentar!
    lidia-la escriba
    www.nuncajamashablamos.blogspot.com.ar

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  8. Descanse en paz toda su desdicha. Un relato que emociona. Feliz domingo 😘

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  9. Entiendo a Willy, la personas a veces son estúpidas y cansinas.

    Como a mí me apasiona NY, hubiera intentado salvar a Willy enséñandole los rincones más espectaculares, entrañables y raros de esa gran urbe.

    Y sí ni así consigo que quiera vivir y aunque el Pontiac no está mál, para callar a los de Tomelloso, le hubiera sugerido una limusina hortera de esas kilométricas.

    Un relato negro con esa pizquita de ironía que me ha encantado.

    Besos,

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  10. Aquel sentimiento era verdaderamente atrayente; dulce para decir siempre adiós. Llevaba días pensando en ello como si el final fuera el principio de la feliz eternidad. Nunca lo había intentado, jamás había visto su sangre florecer en agua caliente. El suicidio le seducía con ideas dulces de final. Sin duda alguna no quería vivir tomando 10 pastillas todos los días para aliviar el dolor del alma....¡¡qué sabrán los médicos de dolor, que saben de mis sentimientos!!. Los últimos días fantaseaba con su final como si quitarse la vida, fuera un juego al borde de un precipicio del que la gente huía despavorida. Sin duda el color de su sangre en la bañera, significaría la pasión de la vida que se escapa silenciosamente. Se iría durmiendo hasta perder el sentido; dulcemente. Cerraría los ojos en el agua caliente y se desmayaría sin dolor para dejar este mundo...

    El vapor subía hasta el techo como nube artificial a su mirada. Los azulejos lloraban lágrimas que bajaban hasta el suelo para besar la tierra. El silencio de cuarto de baño se disfrazaba con el piano de Wim Mertens y la cuchilla estaba dispuesta en sus dedos. Que agradable final para un loco - pensaba - Paseo los dedos por su cuello. Sentía calor por todas partes y la mano derecha tembló con reflejos de metal afilado. Tragó saliva varias veces y comenzó a llorar de pena, de asco, de impotencia, de rabia, de cobardía por no hacer realidad una fantasía: La de su suicidio.
    Wim Mertens pasó al silencio. Ya solo se escuchaba el grifo del agua caliente como manantial de aguas termales. Arrojó lejos la cuchilla, cerró fuertemente los ojos heridos por dentro, llenos de oscuridad y gritó con todas sus fuerzas. Su voz atravesó el cuarto de baño, la ventana y llego a la calle donde algún niño le preguntó a su madre: Mama ¿ qué ha sido eso ?---Nada hijo, alguien que grita por cosas de gente mayor; no le hagas caso, olvídalo...

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  11. Hola José, un relato triste y conmovedor, a veces hay vidas que no pueden serlo, un abrazo!

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  12. Que muera uno atropellado por un coche es una putada, pero bueno si al hombre le hacía ilusión, desde luego tiene más categoría ser arrollado por un buen carro en Nueva York, que no por un 600 en Tomelloso, y más cuando vas a tirar la basura.

    Salud.

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  13. Lo malo es que en Niuyós su muerta pasará sin pena ni gloria, mientras que en Tomelloso habrían ido al duelo todos los vecinos y estarían hablando de él días y días, y, como es sabido, de los muertos siempre se habla bien...
    Salu2 vivificantes.

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  14. Muy fuerte y extraordinario relato. En que pintas perfectamente la negrura en las grandes ciudades.
    Un abrazo.

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