domingo, 27 de octubre de 2019

El payaso triste


A menudo escribo desde donde no estoy. Me evado de mi cuerpo y escribo desde cualquier lugar de mi historia, o desde cualquiera de mis incontables huellas de carbono. Podría hacerlo desde Uzbekistán, hasta Bosnia-Hezergovina, o Estonia, o Ucrania, o desde Marruecos, o desde México, o Cuba, o Ecuador, o Guatemala o desde la mismísima China. Parte de mí se encuentra en cualquier parte del mundo y, al mismo tiempo, en ninguna parte, ya que, al igual que puedo realizar el mágico ejercicio de escribirles desde cualquiera de esos recónditos lugares, les podría escribir desde la nada. 
Pensándolo bien, tal vez lo mejor sería escribir desde la nada y no escribir nada. Dejar de machacar teclas para intentar decirle al mundo que aún existo y adueñarme de mis silencios en una especie de clausura de desintoxicación. 
El cansancio esta haciendo mella en mis dedos lo mismo que sacudiento cada una de mis escasas neuronas. Me siento abatido por el tiempo y las circunstancias. Doblegado como un árbol viejo tumbado en una cuneta y con sus raíces tostándose al sol. Me siento asfixiado como el Mar Menor, o como la Selva Lacandona, o como un viejo Orangután al que le han talado su bosque autóctono para producir más y más barato aceite de palma. 
Escribo cansado sin tener que estarlo. Reparto sonrisas y consejos que no tengo para mí. Motivo sin motivo. Trabajo sinfín para llegar al fin. 
Tal vez mi pesimismo provenga de ser lo que no soy, de luchar en otras luchas, de pensar en lo que no pienso. De haber dejado de hacer lo que siempre quise hacer.
Hoy me gustaría escribirles desde Samarcanda, o desde México, o desde la Cuesta de San Andrés en Kiev, pero impulsivamente les he escrito desde mi tormenta interior. No hagan nunca esto.
Como ven, soy un payaso triste con sus zapatones gastados. 

7 comentarios:

  1. Cómo está el personal, con el otoño. ¡Arriba los corazones!

    ResponderEliminar
  2. Bueno, payaso payaso..., que levante la mano quien no haya pasado, posiblemente sin pretender, por esta experiencia!

    Y está bien que así haya sido, cómo sino "aprender", intentarlo por lo menos, a no repetirlo...

    Lo del estado de ánimo, cambiante, haya razones o no para ello, ya es otra historia. Si bien lo de la mano alzada vale para lo mismo.

    Tal vez todo eso que señalas provenga de todo eso otro que también señalas... Y que va a requerir, sin duda, un encuentro contigo mismo.

    Abrazos Matías. Hoy luce un sol espléndido por estos lares.

    ResponderEliminar
  3. Desahogarse cuando unio lo crea oportuno es algo necesario. Al final del escrito desinflas tu corazón y te quedas más tranquilo.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Pero, y lo bien que escribes..... Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Pues es muy grato leerte. Sin duda.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Hola jfbmurcia dices: "No hagan nunca esto". ¿Por qué no? Si fuera así no existirían los diarios, o 13 cuadernos que yo he escrito a lo largo de mi vida para desahogarme. ¡Ya lo creo que sirve! Y tú valientemente lo compartes. Un abrazote.

    ResponderEliminar
  7. Cuando yo escribo en mi blog, me hace gracia que si la protagonista cuenta algo de la vida y tal, creen que cuento una experiencia personal, pero cuando el protagonista mata a alguien o es rico. ahí no tienen duda y saben que no soy yo.Y en realidad ni en un caso ni en otro hay algo de mí. Digo esto porque no sé si tu escrito es en primera persona, así que no sé qué decirte, solo que me ha parecido brutal por su intensidad y estéticamente hermoso.
    SAludos.

    ResponderEliminar