jueves, 6 de marzo de 2025

Dibujo sin vergüenza

Como no me avergüenzo de no saber dibujar, tampoco me avergüenzo de mis dibujos viejunos. "Quién tiene vergüenza, ni come ni almuerza" -decía mi madre. Yo soy mucho de comer y de almorzar, también de merendar y de cenar, pero sobre todo de desayunar. En ocasiones he comentado que podría sustituir el resto de las comidas del día por desayunos. Soy goloso, en grado sumo, y no me avergüenzo de ello. Este dibujo amorfo probablemente lo hice sin desayunar en un ayuno voluntario en un momento de desasosiego identitario. Surgió en femenino, sin brazos, un tanto cabezona, como mi vecino de la infancia, uno que se comía, sin vergüenza ninguna, unas barras de cuarto rellenas de chorizo Revilla que eran la envidia de todo el barrio. Esa dama amorfa, que mira con embeleso a un horizonte que nunca alcanzará, forma parte de mi obsesiva y compulsiva manera de liberar tensiones. Dibujo y hago collages como terapia, y para comer menos dulces desde hace más de treinta años. Mientras dibujo, corto, y pego, no como, aunque, todo hay que decirlo, al recordar a mi vecino el "Cabezabuque" me han entrado unas ganas enormes de zamparme un bocadillo de chorizo Revilla. Bueno, mejor hago otro dibujo...

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