Disto mucho de ser un arabista, tan sólo soy un humilde camarero, venido a vendedor de cosméticos allende los mares. Mis inagotables viajes nunca me han llevado a Egipto, por desgracia, pero sí a Túnez, Argelia y Marruecos, lo que me ha llevado a seguir muy de cerca las revueltas populares que se han producido, principalmente en Túnez, que han propiciado la caída de un gobierno dictatorial y corrupto, los levantamientos en Argelia, que no han corrido la misma suerte, y ahora el levantamiento popular en Egipto, que está poniendo en jaque a un difícil equilibrio geopolítico, en un área donde una sola cerilla bastaría para provocar un incendio social de resultados incalculables.
Lo último que leí sobre Egipto fue un libro sorprendente - a pesar de ser camarero leo libros- en el libro, un taxista de El Cairo, realizaba una crítica muy valiente de los problemas, traumas e hipocresías de su país.
Khaled Al Khamissi, vaticinaba en "Taxi" que algo no iba bien. Nada puede ir bien en un país donde la mitad de sus ochenta millones de habitantes debe subsistir con menos de un euro al día, donde la evolución cultural y social tan solo dependen de las arbitrariedades de unos pocos elegidos. Las grandes potencias, haciendo la vista gorda como siempre que les interesa, tendrán que replantearse sus posturas y pronunciarse ante los acontecimientos. Es admirable cómo estos pueblos se han levantado en aras de la democracia, en una lucha sin armas, con la que pretenden recobrar su dignidad.
Mucha suerte amigos.
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