viernes, 13 de diciembre de 2019

La otra Navidad


Escribo desde las sombras nocturnas de la madrugada. Indago en mi cerebro de nuez en busca de un camino por el que transiten mis dedos. El teclado me llama a gritos presa del pánico del abandono. 
A Ana ya le he preparado su biberón. Mientras escribo, ella dibuja peces abisales sobre un folio reciclado con olor a champú. 
Estos días me ha costado ordenar mis ideas y he preferido recortar papeles, con y sin mensaje, para configurar algún collage. Desatranco mis relatos con collages y viceversa. En la oscuridad de este horizonte narrativo se atisba el fin de año rodeado de contaminación lumínica y felicidad artificial. 
Pienso en los campos de refugiados de Grecia. En niños mugrientos durmiendo sobre el lodo. Pienso en la gente que se traga el Mediterráneo intentando alcanzar las costas de sus sueños. Pienso en las mujeres que conviven en la casa de un ogro con libro de familia. Pienso en todos los desheredados del sistema y en los que, el próximo año, sin saberlo, van a desheredar. 
Y así, las personas digitales, convertidas en meros dígitos, formamos parte de caprichosos algoritmos capaces de sumergirnos en la profunda oscuridad de la sinrazón y dejarmos fuera de juego a la primera de cambio.
La navidad nunca me ha sentado bien. Me confronta con las personas que subsisten en la antítesis de mi realidad. Y siempre me pregunto: ¿Por qué?
Cincuenta y tantos años después, aún no encuentro una respuesta. 

7 comentarios:

  1. Entiendo lo que dices. Yo ahora no llego ni a eso (tengo algunas años más, y he visto e indignado por lo tanto más) Hace tiempo pensaba por esas fechas citadas en toda la gente menos afortunada, de aquí, de acullá y de lo inmedible. Y sufría interiormente por un momento, que debía superar por impotencia y para no parecer cristiano (fariseo) Hoy solo pienso en una personal desnavización, en dejar de lado exaltaciones falsas. Los últimos años me ha dado resultado. Se me pasan las fechas sin mayor afectación. Al menos tengo el bienestar interior de saber que no me presto a la farsa. Ya sabes, aún nos queda un margen, muy pequeño, de rebelión y de libertad imposible. Si quiero pensar y hacer (algo improbable ya que me suscita inmediatamente la impotencia de poder hacer) tengo nada menos que 364 días al año más. Pero las cosas no van a cambiar ni para los de allá ni para qlos de aquí, donde acaso muchos podamos ir a peor.

    Agradezco tu entrada que percibo sincera porque me ha suscitado también a mí la sinceridad, importe o no a otros. Un abrazo.

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  2. La gente no entiende lo que es la Navidad ni entiende para que son las fiestas. El mundo y la sociedad capitalista ha convertido a los seres humanos en bestias con estomagos sin fondo, monstruos que amasan, devoran, destruyen y cagan en esta tierra y en los pocos que piensan y actuan de forma diferente. El ,,friqui,, ,,verde,, ,,asocial,, ,,hombre del bosque,, peyorativos es lo unico que saben decirnos.
    Lo espiritual ha desaparecido. Pero aún hay esperanza. Siempre que haya una gota de agua, un rayo de luz habrá Esperanza.

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  3. Amigo a muchos y muchas nos pasan esos sentimientos contradictorios en este diciembre que nunca acaba.
    Es cierto que cada segundo de cada día pasa lo mismo...es cierto que sólo pensándolo nada cambiaremos...
    No da escribir aquí un" tratado sobre mis pensamientos y acciones al respecto", así que sólo decirte que a pesar de todo pases unas fiestas en paz con los seres que amas.
    Y brindemos por un 2020 más amoroso para absolutamente todos los habitantes de este planeta...
    Abrazo desde el sur del sur

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  4. Me ha encantado tu escrito. Un abrazo.

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  5. Muy buen escrito.
    Y muy lleno de razón.
    Te deseo felices días.
    Un abrazo.

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  6. Duele en la Navidad, la inequidad.
    Un abrazo.

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  7. Estas fiestas sirven para confirmar lo que ya sabemos sobre la gente que ya conocemos.

    Saludos,

    J.

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