lunes, 16 de octubre de 2023
Semana Negra
Acabo de dejar atrás a una semana eterna. De antemano sabía lo que me esperaba, o, al menos, creía saberlo. Hay semanas largas que se hacen pasar por meses. Semanas que desafían a la métrica temporal envidiosas de los meses, y de los años, o de la vida entera. Semanas presuntuosas y egocéntricas. Semanas que osan revolverse contra lo previsible y lo estipulado. Semanas negras, como la pasada. La planificación de mi agenda era la siguiente... Lunes: trabajo con el grupo de Polonia hasta las ocho de la tarde y después firma de libros en la caseta de la editorial Tirano Banderas. Martes: trabajo con el grupo de Polonia. Miércoles: caminata de motivación con el grupo de Polonia en las Calas de Bolnuevo, comida en Mazarrón, y, por la tarde, firma de libros en la caseta de El Corte Inglés. Jueves (Día del Pilar): visita a Cartagena con el grupo de Polonia con comida en los Techos Bajos. Viernes: asistir a la reunión de desarrollo. Sábado: Oficiar, en Jumilla, la boda de mi sobrina. Domingo: simulacro de descanso.
Todo iba transcurriendo según lo previsto hasta el sábado. Para oficiar la boda de mi sobrina me puse bien guapo. Mi idea era no acaparar protagonismo y ejercer como mero conductor de la ceremonia. Los novios, y los familiares y amigos que iban a participar con sus intervenciones, debían de ser los verdaderos protagonistas; pero no contabamos con la lluvia, y la lluvia se presentó. Para que la lluvia no nos aguara la fiesta tuvimos que improvisar sobre la marcha para que todo saliera lo mejor posible. Pese a todo, la boda salió a pedir de boca y mi sobrina Alba, y ahora también mi sobrino José Gregorio, se lucieron radiantes y felices. En la celebración, y en el posterior convite, una chica joven y guapa lucía un pañuelo cubriendo su cabeza. Por desgracia, nos estamos acostumbrando demasiado a ese tipo de pañuelos que rapídamente identificamos como alguién que lucha contra la epidemía del siglo XXI: el maldito cáncer. Pregunté por la chica, que bailaba y se divertía como el que más, y me dijeron que los médicos ya le habían comunicado que su enfermedad no respondía a los tratamientos y que, en cuestión de unos meses, su luz se apagaría para siempre. Me quedé petrificado. Me parecía increíble la actitud que mostraba ante lo cruel de su destino. Ella bailaba, se reía, y se hacía fotos, como si por delante tuviera la vida entera. De nuevo el tiempo entraba en controversia. ¿Cómo condensar una vida entera en tres meses de agonía? ¿Cómo bailar y reír mirando a los ojos de la fría y oscura cara de la muerte?
El domingo, como en una pantalla de las que nos absorben la vida, viró todo a negro. Un mensaje, en el móvil, anunciando la muerte de mi cuñado y amigo Jose Domingo me hizó, entre lágrimas mudas, recordar y ensalzar la figura de alguién que quiso cambiar mi vida. -Te tienes que venir a trabajar a mi empresa- me decía hasta el hartazgo. Por aquel tiempo, él y yo, junto a un grupo de ilusionados jóvenes, luchábamos por un mundo mejor, más sano, y con muchos más árboles en este desierto llamado Murcia. Al final -José Domingo era testarudo como él solo- lo consiguió. Cambié el bar Josepe, por una empresa que fabrica cosméticos. De poner carajillos a vender champú. Luego el tiempo, el destino, o la llamada de la selva, quisieron que acabaramos siendo familia. El domingo, o sea ayer, cerré una semana que, por si sola, bien podría haber durado un mes, un año, o una vida entera. ¿Por qué nos empeñaremos en medir el tiempo mediante sofisticados relojes atómicos en lugar de medir nuestra vida con simples abrazos?
Hoy, discúlpenme, escribo derrotado. No puedo sentirme de otra modo. José Domingo sentía pasión, casi diría obsesión, por plantar árboles. Yo seguiré plantando árboles por tí, amigo. Descansa en paz.
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Descanse en paz tu amigo y cuñado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para ti.
Lo siento.
ResponderEliminarCruel la vida, a veces.
Un abrazo.
La vida en ocasiones pareciera inomprensible. No quisiéramos que la gente que amamos muriera. UN abrazo, y gatos estar aquí comentando de nuevo tus entradas. Carlos
ResponderEliminarLo siento mucho. ayer enterramos a una amiga. Besos.
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