viernes, 25 de enero de 2013

Velocidad vital



En el ritmo de vida frenético que nos hemos impuesto en la actualidad, nuestro cuerpo sufre un deterioro físico y mental que deberíamos, de algún modo, intentar adecuar a unos niveles y unos planteamientos más saludables. De no ser así nos veremos abocados a una pérdida progresiva de nuestra salud, a un envejecimiento prematuro y a una disminución de nuestra calidad de vida, sobre todo, en el último tramo de nuestra existencia.
Para poner límites a nuestro estrés, debemos de concedernos el privilegio de cambiar de marcha, aminorar el paso, y disfrutar más de nuestro tiempo de trabajo y también de nuestro tiempo de ocio. Ocurre muchísimo, y en eso los españoles nos llevamos la palma, que trabajamos muchas horas para producir lo que otros ciudadanos de los países de nuestro entorno más cercano, producen en menos tiempo. Por otro lado, y curiosamente en contra de lo que se piensa, hay gente que inclusive reduciendo su jornada de trabajo, no sólo no pierde productividad sino que hasta es capaz de mejorar sus resultados.
Por tanto, el ocio y el descanso, aunque suene a contrasentido, pueden llegar a ser las partes más productivas de nuestras vidas. Son el enchufe de nuestra batería vital y el combustible que mueve nuestra maquinaria humana. La calidad de nuestro descanso y de nuestro ocio es directamente proporcional a una mayor capacidad productiva, y no sólo productiva a nivel profesional, sino productiva a nivel intelectual, sexual…etc.
 Evidentemente, existen muchas formas de entender el ocio, y no sabemos por qué motivo, las que más se están imponiendo en la actualidad son aquellas en donde el ocio, en lugar de convertirse en algo reparador y beneficioso para nuestro organismo,  somete a este a mayores niveles de estrés que, inclusive, durante las jornadas de trabajo. Estas modas avaladas por una fuerte mentalidad de consumo, nos hacen adoptar como normales hábitos tales como salir de fiesta el viernes y regresar el domingo, realizar actividades seudodeportivas de increíble riesgo para nuestra integridad física,  pasar veladas fumando y tomando copas en ambientes cerrados e insalubres hasta el amanecer…. De hecho, normalizamos el tabaco y el alcohol como algo cotidiano, y por el contrario nos resulta extraño e incomprensible que nos propongan levantarnos temprano un domingo para salir a la montaña, a la playa o a un parque a caminar.
 El ser humano no deja de ser un animal ávido de naturaleza. Necesitamos del sol, del aire puro, sumergirnos en aguas cristalinas, retozar en la hierba, rebozarnos de arena de la playa, caminar, correr, jugar, nadar… en definitiva, aunque no seamos conscientes de ello, necesitamos entregarnos a un contacto profundo y purificador con el medio ambiente mucho más a menudo de lo que lo solemos hacer.
 Quizás todos estos entretenimientos nos puedan parecer un tanto absurdos, pero son junto con muchos otros para los que tan poco se requiere la más mínima inversión, la clave para neutralizar y rebajar nuestros, cada vez más altos, niveles de estrés. Y es quizás este hecho, el que no se requiera ninguna inversión, viviendo en la sociedad consumista en la que vivimos, el motivo fundamental por el cual estas actividades han quedado, en muchos casos, condenadas al ostracismo. Nuestro subconsciente nos juega una mala pasada cuando asociamos el valor económico de las cosas, a la capacidad de satisfacernos o aportarnos algo, de tal modo que el hecho de que no nos cueste nada hacerlas, lo interpretamos como que tampoco nos sirve de nada.
 Todas estas propuestas pese a estar al alcance de todos, somos muy pocos los que le damos cabida diaria en nuestras vidas. Una hora al día para estar dedicados plenamente a nosotros mismos y a retomar nuestra relación con la naturaleza, la lectura o nuestro propio cuerpo, puede mejorar notablemente nuestra calidad de vida y nuestra energía vital.
 Pero, sin ninguna duda, entre nosotros y esa situación idílica en la que dedicarnos sesenta minutos al día a relajarnos, caminar, trotar, nadar, tomar el sol, leer en un jardín, darnos un baño de sales, o salir a comprar y hacernos una rica y variada ensalada, existe la gran barrera de la determinación de dar un paso al frente y decir… ¡Voy a cuidarme!
Empieza a cuidarte. Recuerda siempre: ¡Tú vales mucho! 
"Mens sana in corpore sano"

3 comentarios:

  1. efectivamente yo soy de los ke creo, ke hay ke dedicar una horita al dia para nosotros mismos, en la ke analizar el dia, el momento ke vives, lo ke has hecho ese dia, etc. Si con el trabajo se hace igual, yo aseguro ke todo lo ke te propongas sale adelante, te da tiempo a analizar lo ke has hecho y como lo has hecho, con el fin claro de cometer los minimos errores, en esa hora te planificas tus tareas diarias del siguiente dia, etc. Yo me doy ese tiempo por las noches, reflexiono sobre el dia ke he vivido, y planifico el dia siguiente,.... Y en fin de semana, me dedico a lo mas importante mi familia, MI HIJA, estar con ellos, no tiene precio....Un saludo desde CT.

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  2. Efectivamente necesitamos de ese tiempo para nosotros , estoy seguro que mínimo media hora al día uno puede sacar .
    Para , a los que os guste madrugar os propongo ejercicio por la mańana , suelo salir todos los días sobre las 7 a caminar por el campo acompañado de mis perros .
    Suelo hacer un recorrido de unos 45 minutos , en ese trayecto voy repasando mi planificación de trabajo de es día , respirando airé puro y disfrutando del paseo con mis fieles compañeros . Os puedo asegurar que mi jornada laboral la empiezo con mucha energía , el día es muy largó y optimizando el tiempo da para mucho .
    Siempre podemos disfrutar de todo lo que nos gusta , soy de los que piensa que los excesos no son buenos , pero todo en su justa medida es beneficioso

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  3. Por eso voto por vacaciones remuneradas al doble y reservas gratis en el mejor hotel eso si que me reconectaría o mejor me vacunaría contra el estrés.

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