martes, 1 de diciembre de 2015

Gran Vía de Madrid


La habitación en el Sterling es tan estrecha que les escribo con la espalda pegada a la puerta. La wifi va y viene como una marea caprichosa e imprevisible. En la televisión venden máquinas de gimnasia para no hacer gimnasia y adelgazar diez kilos en un mes. Tras la puerta, las maletas suenan histéricas camino hacia mil sitios y a hacia ninguno. Escucho risas y voces nerviosas. Una mexicana quiere ver el Guernica, en el Reina Sofía, y su joven esposo quiere ir al Bernabéu, en lo que podría considerarse como su primer gran conflicto matrimonial. Anoche, el frío estiraba las pieles, y la contaminación nos ennegrecía los pulmones, en una agresión paralela y gratuita en plena Gran Vía de Madrid. 
La vida en la Gran Vía siempre es la misma. Turistas. Compras. Pedigüeños. Tráfico. Paisanos autistas. Colas para ver lo nunca visto. Todo fluye a un ritmo vertiginoso a caballo entre la autenticidad y la ficción. Entre los carteles de grandes musicales al estilo Broadway. My fair lady y El Rey León. En los cines, arrasa Ocho Apellidos Catalanes. En las grandes tiendas lo hace el novedoso Black Friday, que a mí me suena como una gran "fritada" contra nuestras demacradas y estériles tarjetas Visa. Los turistas buscan Primark como los conquistadores españoles buscaban El Dorado. Y yo no sé ni qué busco.
La cuestión es buscar. De niños escarbábamos en la arena como si fuera lo único verdadero y de mayores seguimos escarbando en nuestra rutina con la ambición de encontrar ese no se qué que no tiene ni forma ni contenido. Ese no sé qué etéreo que agudiza nuestra ansiedad y nos hace sentir que no sentimos y que no vivimos lo suficiente. Que no tenemos lo suficiente. Que no compramos lo suficiente. Que no amamos lo suficiente. La vida, nuestra vida, es como esta Gran Vía madrileña, llena de luces y sombras, un escenario cambiante que siempre es el mismo y cuya verdadera diosa es La Cibeles, o el Gernica, o el Bernabéu, o un Big Mac con doble queso.

3 comentarios:

  1. No tenemos nada y lo queremos todo, cuando lo tenemos ya no loquearemos. No suele exitir el comformismo, y cuando existe, tampoco sabes si es bueno, o es malo

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  2. A mi me encantó la Gran Vía, y en cada avenida ocupada y que parece siempre la misma historia de turistas, veo historias que desfilan hacia la vida que queda por escribirse. Es sorprendente la riqueza que podrías contar en cada una de esas realidades que nunca son la misma.

    Respecto a tu cuento de Navidad, sería genial que contaras sobre tu abuela y todas esas personas que te vienen en mente y que solo tú sabrías narrar con originalidad.

    Saludos y feliz domingo.

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  3. Ansiedad de no estar saciado nunca .Ten tu refugio y disfruta de tus momentos y por que no , amor al Gernica y visitar el Bernabeu.
    LOLA

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