viernes, 11 de noviembre de 2016

Majaretas


Busco. No sé qué, pero no ceso en la búsqueda. Busco respuestas a todas mis preguntas. Sin embargo, cada día suceden en el mundo más cosas que no alcanzo a comprender. Avanzo hacia todas las encrucijadas y, ante mi sorpresa, confluyen todas en un mismo punto. El mismo punto en el que todo comienza y en el que todo termina.
Mientras observo jugar a mi hija Ana Maria, recuerdo cuando era un diminuto punto luminoso en la pantalla de un monitor de la clínica Tahe Fertilidad. Un punto tan tremendamente pequeño, tan incomprensible a mi raciocinio, pero tan cargado de vida. Ana María era un punto. Un punto de vida.
En la hornacina que contenía las cenizas de mi madre no había otra cosa que un cúmulo de impresionantes pequeños puntos. Partículas de ceniza como granos de arena de una playa. Como las granos pixelados en blanco y negro de una pantalla de televisión desintonizada.
Los ordenadores, los cuales no llego a entender de la misma forma que no entiendo casi nada, son máquinas complejas que funcionan mediante un lenguaje muy básico formado por unos y ceros.
La vida se rige por elementos que creemos conocer pero que, en el fondo, desconocemos totalmente. Los límites, los parámetros, las explicaciones, las teorías, evolucionan a un ritmo tan vertiginoso, que lo que ayer era una certeza hoy vuelve a ser una pregunta.
Y todo bajo el sol se mueve en una especie de círculo orbital en el que las personas pretendemos entenderlo todo y la mayor parte de las veces terminamos no entendiendo absolutamente nada.
En la Prehistoria, nuestros ancestros se consolaban dibujando todas sus inquietudes sobre las paredes de las cavernas después de tirarse horas y horas admirando la bóveda celeste. Nuestros jóvenes pintan su desasosiego y su desconfianza sobre las paredes de nuestras infectas ciudades a modo de grafitis. Y yo escribo esta especie de jeroglífico de letras para reconocerme ante todos ustedes como un tremendo idiota.
Últimamente, tengo la sensación de que en nuestra involucionada sociedad, algunos por no preguntarse nada y otros, como en mi caso, por preguntárselo absolutamente todo, nos estamos volviendo majaretas.

9 comentarios:

  1. Muy majaretassssssss del ''tó''.
    Besos

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  2. Yo majareta ya hace tiempo que estoy, y cada vez es más complicado entender nada, porque cada vez el mundo está más loco.

    Abrazo.

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  3. "El problema con el mundo es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas" (Bertrand Russell).
    Saludos.

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  4. El caso es que podemos llegar a la conclusión que todo está basado, que todos y todo somos un pequeño punto de vida.

    Besos :)

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  5. Tal y como está el mundo, es normal que nos volvamos un poco majaretas.

    Un abrazo y muchas gracias.
    Feliz domingo.

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  6. Preguntarse por las cosas no es volverse majareta. Si acaso, ver cómo hay gente tan tonta que sale votada y gente tan tonta que los vota.

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  7. Nos acostumbramos a que pensar es también un esfuerzo, y así nos dejamos llevar.

    Saludos,

    J.

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  8. Que bonito observar a tu hija y a veces reflexionar , cuantas veces deberíamos hacerlo, pensar y valorar lo que tenemos.

    Un beso.

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  9. Creo que no somos majaretas, pero los que son, nos van ganando!

    Abrazo

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