La de cosas que se han quedado en nada. Mi agenda es un erial de involuntarios incumplimientos. Cosas que no se han hecho y que tal vez ya nunca se hagan. Viajes, reuniones, visitas, prospecciones, presentaciones, formaciones…
Hoy mismo, por poner un ejemplo, estaba invitado a una mesa redonda sobre comercio internacional en la Universidad de Murcia. A sus alumnos, les hubiera hecho partícipes, a partes iguales, de mis excedentes de ilusión y de mi humilde pero dilatada experiencia. Les hubiera intentando hacer fácil lo que para otros puede resultar muy complicado. Siempre reconozco que soy un simple camarero venido a más, y al que nadie enseñó a vender, pero no sé si la gente me cree. Cada vez que tengo ocasión me gusta hablar de la facilidad con la que se pueden abordar las cosas más complejas. Mi máxima es bien sencilla: lo mucho comienza por lo poco. Así que poco a poco. Las prisas no son buenas.
Pero a lo que iba, si es que iba para algún sitio. Mi agenda es un cementerio de elefantes. Me comparo con esos agricultores que contemplan impotentes como se les pudre la cosecha sin poder hacer nada para evitarlo.
Confieso que anhelo volver a mi alocada rutina, a mis viajes, a mis formaciones, a mi lucha. En mi casa parezco un viejo león enjaulado.
Puertas a fuera, todo transcurre a una lentitud vertiginosa. Todo está cambiando y no somos aún capaces de encontrarle la forma. Dicen, los que saben de lo que hay que saber, que el mundo será otro y que nosotros habremos cambiado.
La verdad es que no sé ni qué decir ni qué pensar ante semejante aseveración. Tan solo les digo que quiero que todo esto pase y no recordarlo jamás.
No será fácil, lo sé. ¿Pero acaso hay algo que lo sea?
Yo tampoco estoy tan seguro de que hayamos cambiado. Algunos de los que se supone iban a cambiar ya están haciendo botellón, etc.
ResponderEliminarSaludos.
Yo creo que de cambiar nada de nada.... ya se está viendo. Besos.
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