miércoles, 10 de junio de 2020

Armisticio


Demasiadas muertes a destiempo. Demasiados héroes anónimos y con nombres y apellidos. Demasiados provocadores. Demasiados perdedores. Demasiados oportunistas. Lo mejor frente a lo peor. Como el anverso y el reverso de una misma moneda.
Los balcones languidecen convertidos en un recuerdo de lo que fueron. Los recuentos de difuntos se disipan. Los brotes de la confianza estallan diseminados por toda la geografía ávidos de cobrarse, quién sabe, si las últimas víctimas. El desfasamiento nos lleva, de su mano fría, hacia otra fase desconocida.
En las guerras, tras el armisticio, comienza el recuento de daños. Daños personales irreparables. Daños económicos cuantiosos que, en este caso, yacen bajo los escombros del confinamiento. Daños que nos llevará años reparar. Pero aquí, para mayor desgracia, no hemos tenido un armisticio. 
Sería urgente que, unos y otros, al unísono, como una sola voz, fueran capaces de diseñar un gran plan de reconstrucción. No sería de recibo que continuáramos arreándonos golpes con la pala del enterrador mientras el país se desangra.
Creo que la sociedad, en su conjunto, debería de exigir desde los balcones, desde las calles, desde las plazas, desde las redes sociales, o desde la barra del bar, la firma unánime de un armisticio. 
Solo así, todos juntos, podremos arreglar este desastre.

6 comentarios:

  1. En el momento que nos dejen salir un poquito se nos olvida todo, hasta la pala del enterrador.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Yo diría que aún no ha terminado la guerra, el enemigo sigue estando ahí fuera, al acecho. Pero efectivamente si cada uno tiramos de la cuerda hacia un lado... no conseguiremos nada.
    SAludos.

    ResponderEliminar
  3. Yo hace ya tiempo que no confío. Ni en los unos, ni en los otros.

    ResponderEliminar
  4. Siempre habra dos bandos, los buenos-los malos, los que creen-los que no, creen, los solidarios-los insolidarios, los que construyen-los que destruyen, el bicho continúa, todos salimos, todos los que queremos darle al trabajo y también los delincuentes la lucha sigue pero, el amor nunca dejará de existir y con eso basta para hacer grandes cosas, aunque seamos pocos los que queramos el bien, la paz y el progreso para que todo esto quede como una pesadilla del pasado.

    ResponderEliminar
  5. Razón tienes. Pero ¿nuestros políticos son razonables?

    ResponderEliminar