miércoles, 16 de abril de 2025
Prohibido sentarse
La silla desestructurada, amorfa, imposible, de tortura. La silla eléctrica, la silla de montar, el Cerro de la Silla. El que fue a Melilla perdió su silla -decíamos de niños, cuando robábamos la silla a algún compañero que se había ausentado. Hay sillas incómodas, poltronas de gerifalte, silletas de playa, sillas de director, de confidente, de cocina, de madera, de forja. Sillas de influencer, sillas apilables, sillas de plástico blanco que se ennegrecen a los dos días. Sillas de mimbre, de enea. Sillas ergonómicas. Sillas en las que está prohibido sentarse porque pertenecen a un culo augusto e inviolable. La famosa silla "Serie 7" la más vendida de la historia de la silla. Y, por último, está esta silla loca, en la que por la autoridad que me confiere mi propia persona, y mi propia constitución, he prohibido terminantemente que nadie se siente. En mi silla mando yo, faltaría más...
miércoles, 26 de marzo de 2025
Sin sombrero
Me quedé sin sombrero como me quedé sin abuela. La jornada de motivación, por el Barranco de la Regidora, entre Bullas y Cehegín, me sirvió para poner a prueba mi nuevo curso de motivación. El día, tras tres semanas de intensas lluvias, ameneció luminoso. Mis compañeros siempre vienen inquietos a mis formaciones. Nunca saben lo que se pueden encontrar, ni dónde serán. Siempre juego en el bucle psicólogico que va desde la incertidumbre a la expectativa. Lo importante es convivir. Hablar de nuestras cosas. Abordar la complejidad desde la facilidad. Hacer equipo. Relativizar los problemas. Aportar valor. Disfrutar cada mínuto de nuestro trabajo. Les digo, no sé si me entenderán, que somos afortunados por tener el trabajo que tenemos, por tener el reconocimiento de nuestros clientes, y por tener la oportunidad de seguir creciendo cada día como personas. Me quedé sin sombrero, es verdad, pero feliz. Muy feliz.
lunes, 24 de marzo de 2025
Palabras primaverales
La primavera ha venido. Siempre acude a la cita. Me avisan los abejarucos con su inconfundible canto. También los renacuajos de sapo en las charcas, fruto de tres semanas de lluvias ininterrumpidas. Esta privamera se espera intensa, cargada de humedad y de vida. Una primavera que reivindica el cese de todas las guerras y de todas las injusticias, pero que, a buen seguro, y como siempre, nadie hará caso. El romanticismo de la primeravera inspira a los poetas pero no supone nada para los odiadores. La gente que odia no entiende de cambios de estación, ni de las coreografías de los abejarucos en el cielo, ni de renacuajos de batracios, ni de buenos deseos. Pese a todo, para mí, la llegada de la primavera es algo muy especial. Festejo cada primavera como una oportunidad para seguir mejorando, para hacer cosas nuevas, para escribir otro libro, para plantar otro árbol, para ayudar a más y más personas en todo aquello que este en mi mano. Pese a los que odian, a los que matan, pese a los que miran para otro lado, ha llegado la primavera. Tras las bombas, tras las muertes inocentes, tras los locos trasnochados que dominan el mundo, siempre surgirá una nueva y luminosa primavera. Y habrá poesías, y flores, y alegrías.
viernes, 21 de marzo de 2025
La prisa
La prisa me muerde el culo. Como un perro de presa. Como un tren que amenaza con marcharse mientras corres hacia él por un andén atestado de viajeros. Como un novio el día de su estreno carnal. Siempre tengo algo pendiente: una reunión, una videollamada, cien correos electrónicos, la planificación de mi próximo viaje de trabajo a Uzbekistán, alguna entrevista, algún curso de motivación a medio terminar y que urge para la semana que viene. Siempre tengo prisa pero voy despacio. La prisa ya no me apremia, ni me irrita, ni me incomoda. La prisa es una sombra benóvola con la que converso sobre Kant, o sobre el próximo Barsa-Madrid, o sobre como afecta la gripe aviar a las exiguas poblaciones de ornitorrinco. La prisa me da risa, lo reconozco. La prisa mató a Marisa. Bueno, corto el rollo que llevo prisa.
jueves, 20 de marzo de 2025
Vacuna contra el odio
¿Adónde nos quieren conducir con tanto odio?
¿Por qué tanto empeño por enfrentarnos? Solo tengo preguntas y más preguntas, pero una única e inquebrantable decisión: conmigo que no cuenten.
jueves, 6 de marzo de 2025
Dibujo sin vergüenza
Como no me avergüenzo de no saber dibujar, tampoco me avergüenzo de mis dibujos viejunos. "Quién tiene vergüenza, ni come ni almuerza" -decía mi madre. Yo soy mucho de comer y de almorzar, también de merendar y de cenar, pero sobre todo de desayunar. En ocasiones he comentado que podría sustituir el resto de las comidas del día por desayunos. Soy goloso, en grado sumo, y no me avergüenzo de ello. Este dibujo amorfo probablemente lo hice sin desayunar en un ayuno voluntario en un momento de desasosiego identitario. Surgió en femenino, sin brazos, un tanto cabezona, como mi vecino de la infancia, uno que se comía, sin vergüenza ninguna, unas barras de cuarto rellenas de chorizo Revilla que eran la envidia de todo el barrio. Esa dama amorfa, que mira con embeleso a un horizonte que nunca alcanzará, forma parte de mi obsesiva y compulsiva manera de liberar tensiones. Dibujo y hago collages como terapia, y para comer menos dulces desde hace más de treinta años. Mientras dibujo, corto, y pego, no como, aunque, todo hay que decirlo, al recordar a mi vecino el "Cabezabuque" me han entrado unas ganas enormes de zamparme un bocadillo de chorizo Revilla. Bueno, mejor hago otro dibujo...
lunes, 24 de febrero de 2025
Motosierras
Según un estudio de mercado realizado por la prestigiosa universidad de Chinchinati, durante los últimos seis meses, la venta de motosierras ha aumentado en el mundo un 350%. ¡Ave María purísima! Síganme para más noticias...
jueves, 20 de febrero de 2025
Héroes anónimos
Estos animalitos de madera, tallados y pintados a mano, están hechos por un artesano guatemalteco. Cada vez que los miro no puedo dejar de imaginarme a ese artesano, a ese taller, a ese pequeño pueblo, y a ese mágico entorno capaz de subsistir, a duras penas, al envite de la globalización, a los juguetes chinos, al loco de X, y a todo lo que se les acerca para que dejen de ser ellos, para que sean otra cosa, coman hamburguesas, vistan de otra forma, y piensen al estilo de Wall Street. El artesano que hizo estos animales tal vez sea un héroe y él no lo sepa.
miércoles, 12 de febrero de 2025
30 años vendiendo champú
Como decía mi madre que tengo mucha suerte, siempre regreso. Regreso de Guatemala y Honduras, vía El Salvador, tras una semana de intenso trabajo comercial y educativo con nuestros distribuidores y clientes. Acercarse a la realidad de cada mercado, convivir con los clientes, con los vendedores, y con los distribuidores, me aporta la información necesaria para poder actuar y colaborar de una manera más eficiente y personalizada. No hay dos mercados iguales, aunque todos se parezcan. No existen recetas mágicas ni soluciones fáciles. Hasta lo aparentemente más sencillo tiene su complejidad. Tengo claro que, en la mayoría de las ocasiones, el tamaño del esfuerzo refleja el tamaño de los resultados. Ayudar a alguien que se esfuerza y tiene ambición por crecer, y por mejorar, es mucho más sencillo y gratificante que intentar ayudar a alguien que no tiene claridad ni convencimiento en sus objetivos. Yo he venido, como siempre hago desde hace casi treinta años, a aportar mi visión del trabajo. A buscar la facilidad desde la comprensión de nuestro sector. A enseñar a nuestros clientes a desarrollarse. A que los vendedores entiendan su auténtica potencialidad no limitándose únicamente a vender sino a ejercer como asesores en la mejora de todos y cada uno de los clientes que conforman su ruta. Nunca he visto a los negocios de nuestros clientes como un lugar para ir a recoger, sino como un lugar a donde ir a construir un futuro mejor para ambas partes. Los clientes, más allá necesitar productos, que cualquiera les puede ofrecer, necesita apoyos y asesoramiento para ver el futuro con más confianza, seguridad, y rentabilidad. He viajado para compartir mi visión de una actividad milenaria como es el comercio, con una mirada renovada y actual, basada en la colaboración, para generar un crecimiento mutuo ordenado y sin asumir riesgos innecesarios. Una relación basada en la colaboración, el respeto, y la empatía. Esto es en lo que yo creo. Y esta visión renovadora y comprometida es la que me ha traído hasta aquí. Treinta años, se dice pronto...¿Quién me lo iba a decir? Treinta años buscando soluciones y vendiendo champú.
jueves, 6 de febrero de 2025
Segunda oportunidad
Cuando Bernardo Cienfuegos se dio cuenta de lo que había perdido ya era tarde. Atrás había dejado a su familia. Atrás había dejado a su negocio, que había traspasado por cuatro chavos. Y atrás había dejado un reguero de deudas. Y todo para irse a Cuba en busca de su propia revolución:¡pero hormonal! Y de Cuba regresó...vaya que si regresó; pero con una mano delante y otra detrás. En La Habana se dejó todo el efectivo y todo lo afectivo. Todo había sido un engaño. Ni Yuleisy era soltera, ni profesora de música, ni buscaba amor eterno. Yuleisy buscaba visa para un sueño, pero cuando vio que no había mucho más que rascar, de lo que ya había conseguido, se le acabó el amor. Pero no el que sentía por su marido, que se había marchado a Miami en busca de un mundo mejor, y, que a la postre, y pese a ser maestro, le había regalado una plaza de barrendero de turno de noche.
Bernardo Cienfuegos regresó del Caribe con el fuego tan agotado como su cartera. Llamó a la puerta de la que fuera su casa dos años atrás pero allí ahora vivía una familia ucraniana que había llegado a San Cosme del Robledal huyendo de la guerra. Preguntó a María, una vecina de toda la vida que vivía enfrente, y esta le informó de que su esposa y su hijo se habían marchado a vivir a Barcelona, pero que no sabía nada más. Por otra vecina, amiga de la infancia de su exmujer, se enteró de que Julián, el novio al que Marisa había dejado por él, le había ofrecido trabajo a ella y a su hijo Eduardo, en un restaurante de la Ciudad Condal del que era propietario.
Tras su marcha, todo se había transformado. Ya nada era igual. De hecho, no quedaba nada de su vida anterior y él era el único responsable. Fue a buscar a su hermano Gerardo, al que debía dinero, y este ni le abrió la puerta. Sin un trozo de pan que llevarse a la boca, y con un viejo macuto cargado de una ropa, tan sucia como su conciencia, a modo de almohada, se quedó dormido en un parque.
Una pareja de la policía local lo despertó.
-Oiga, buen hombre, aquí no se puede estar así, esto es un espacio público y hay niños. Levantesé y vayasé a otro lugar -le espetó el policía de más edad.
-¿Y qué otro lugar me sugiere, agente, si estoy en la calle y sin un duro? -le respondió.
-¿Eres Bernardo? -le preguntó sorprendido el más joven de la patrulla.
-¡Cienfuegos! Bernardo Cienfuegos, o lo que queda de él...
-¡Ostías, tío! Con esas pintas y con esa barba cualquiera te conoce...-¿Y qué tal por Cuba?-le cuestionó con cierto tono de sorna.
-Me equivoqué, tío. Me volví loco por esa mulata, y todo era mentira. ¡Lo he perdido todo! Y Bernardo rompió a llorar como un niño.
-¿No tiene adónde ir? -le preguntó el policía de más edad.
-Ni dinero, ni casa, ni familia. No tengo nada.
-¿Te importaría dormir en la cochiquera de mi cuñado? le han entrado a robar varias veces y está buscando alquien para que cuide la granja por las noches -le planteó.
-¿Me estás hablando en serio? -le preguntó Bernardo, emocionado.
-Como que me llamo Paco y llevo treinta años en la policía -le respondió.
-Pues claro que quiero ese trabajo. Si hay una cama y comida acepto.
Y así fue como, por un golpe de suerte de esos que a veces nos regala la vida, Bernardo Cienfuegos tuvo una segunda oportunidad. Aunque, todo hay que decirlo, se oyen rumores de que anda ahorrando para irse a la República Dominicana.
lunes, 3 de febrero de 2025
La diferencia
Qué quieren que les diga: como se escribe en las presurizadas tripas de un Airbus A300-200, sobrevolando el océano Atlántico rumbo a Centroámerica, no se escribe en ningún sitio. Y eso a pesar de la muchedumbre que, a mi alrededor, intenta distorsionar y confundir mis ínfulas literarias con sus idas y venidas, con sus voces, con sus melódicos ronquidos, o con el embriagador olor de sus pies. Krzystof viene conmigo; o más bien podría decir que lo he sacado a la fuerza de su helada Varsovia para acercarlo, por unos días, a una nueva dimensión. Allí, en el aeropuerto de Ciudad de Guatemala nos estará esperando Carlos, cubano mexicanizado y con pasaporte español, que, por cuestiones profesionales, que no vienen al caso, hace días que goza de un nuevo estatus, o, metafóricamente hablando, inicia su andadura vital en una nueva dimensión. Este viejo viajero que les escribe, que pronto será abuelo, vivirá una semana en la dimensión de los grandes viajes, que es una dimensión que inauguré hace veinticinco años y que me ha llevado a viajar por todo el mundo vendiendo champú, para no ser menos que el mítico comerciante italiano Marco Polo. En todo viaje grupal hay muchos viajes. De hecho, cada uno de nosotros tres viajará a su yo interior de la mano de lo exterior, en el que cada paisaje, cada paisano, cada comida, cada sonido, o cada experiencia, será tamizada e interpretada en base a la cultura y la visión del mundo que nos moldea. Y ese molde, cargado de prejuicios que nos atenazan sin que nos demos cuenta, se rompe en mil pedazos cuando nos lanzamos al vacío -que suele estar lleno de todo lo que desconocemos- y observamos el mundo que se abre ante nosotros con los ojos del corazón. Y es entonces, en esa especie de epifanía, cuando comenzamos a entender el infinito valor de lo diferente. Lo diferente, le pese a quién le pese, es la gran dimensión. La diferencia, para mí que no soy nadie, lo es todo.
miércoles, 15 de enero de 2025
El juego de la vida
La vida es un juego muy serio, aunque a veces no lo parezca. Hay gente que a la mínima dificultad se enroca. Otros, no pocos, que van de farol. Fanfarrones que se comen una y cuentan veinte. Aficionados de por vida al escondite o al corre corre que te pillo. Ricachones aburridos obsesionados con el Monopoly. Sabios frustrados por perder al Trivial. Parejas que se casan de penalti. Gente que nada sin guardar la ropa. Pacientes impacientes que juegan a los médicos. En fin, como creo que dijo un primo segundo de Calderón: "la vida es un juego y los juegos, juegos son".
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