Fue increíble, lo reconozco, el cuscus al que me invitó la abuela de Yasmina, mi traductora de Marruecos, solo puede clasificarse como "matrícula de honor". Por ese motivo creo que esta foto tiene todo el derecho del mundo a salir del anonimato y estimular las papilas gustativas de todo aquel que la mire un poco con detenimiento.
¡Estas son las cosas del viajar!. Aunque el viaje sea de trabajo, como es el caso.
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