Ya apenas si los niños juegan en la calle, tan solo juegan a la Play, a la DS o no se que otros artilugios más, encerrados en sus casas lo que los aisla de sus amigos y acrecienta su individualidad.
Los que ya somos algo viejunos, disfrutábamos de la calle con nuestros amigos y jugábamos a mil juegos. A los niños, nos encantaba ver a las niñas saltando a la rayuela, mientras nosotros emulabamos a los futbolitas de la época. Cada vez que marcabamos un gol, mirabamos de reojo a ver si la niña que nos hacía tilín se había percatado de nuestro zurdazo.
Me hizo ilusión en mi visita al cultural pueblo murciano de Ceutí, ver el dibujo de Tamara en el suelo, donde juega, cuando sale del colegio, a la rayuela con sus amigas. Me hizó recordar mi infancia y lo bien que lo pasaba en mi calle, que al fondo me acercaba a una huerta murciana casi agonizante.
Me encantó ver en Ceutí el fabuloso mural del pintor murciano Manolo Belzunce.
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