Sufridos lectores:
Lo tengo que reconocer aunque me averguence: llevo apenas ocho horas desde que regresé a mi honorable puesto de trabajo y creo que estoy siendo víctima del dichoso síndrome postvacacional.
Los síntomas que identifico intrínsecamente son estos:
1º- Llevo todo el día sin tener una sola erección.
2º- LLoro en el coche en el trayecto al trabajo, cuando pienso que, hasta el mes de diciembre, no volveré a estar más de cuatro días seguidos tocándome los huevos a dos manos.
3º- Me sudan las manos.(Quizás por habérmelos estado tocando todo el mes de agosto)
4º- He pensado en inventarme al menos cinco o seis enfermedades e ir a pedir la baja médica por tiempo indefinido.
5º- Me miro al espejo y me veo más gordo que antes de mirarme.
6º- Ha comenzado la liga de fútbol y me ha dado absolutamente igual.
7º- He sentido ganas de llorar escuchando a todos mis compañeros lo genial que lo han pasado en sus vacaciones y lo baratas que les han salido.
8º- Al ver a mi jefe esta mañana, me he tenido que reprimir unas enormes ganas de gastarle una faena en su cochazo nuevo.
9º- No he encontrado consuelo alguno en las cinco veces que me he escaqueado yéndome al bar de la esquina.
10º- Me he planteado hoy mil veces porque no le hice caso a mi abuelo cuando me decía que me metiera a cura.
Reconocido lo cual, me voy a la farmacia a drogarme con algún antidepresivo suavecito, antes de que me de por refugiarme en el alcohol.
Yo no sé ustedes, pero yo es regresar de las vacaciones y me da una mala hostia terrible.
¡Qué viejo me estoy haciendo!