Tengo 43 años y mi vida siempre ha estado pendiente de la actividad de la banda terrorista ETA. Mi memoria guarda imágenes en blanco y negro de la televisión, noticias en la vieja radio de mi abuela que siempre tenía puesta en la cocina cuando yo llegaba del colegio y me preparaba mi vaso de leche con Cola Cao y galletas María, cuando aún las galletas María eran de verdad de la familia Fontaneda. Con el pasar de los años, las imágenes de los atentados las fueron pasando en tecnicolor, la sangre se veía más real, ya no era una mancha oscura sobre el suelo, ya se veía roja.
Siempre la misma rutina de llantos, gritos, crispación, nerviosismo, odio, duelos, entierros, himnos nacionales y políticos y personalidades de la Casa Real dando el pésame a los familiares. Así víctima tras víctima.
Hasta que un día, hace ya mucho años, cuando aún trabajaba en el Bar Josepe, propiedad de mis padres, la bomba retumbó en los cristales del bar, afortunadamente sin llegar a romperlos. Lo que desgraciadamente si rompió en pedazos fue la vida del Policía Nacional Ángel García Rabadán.
Recuerdo aquellos días de febrero del año 92 como unos días grises, difíciles, duros e incomprensibles. El polícia dejó una viuda y tres hijos, por el simple hecho de cumplir con su deber al acercarse al coche bomba. En el lugar de los hechos, hoy día, se recuerda el atentado con una placa en su honor.
ETA atentó muy cerquita del negocio de mi familia. Quién sabe si les serví algún café mientras, friamente, preparan su atentado.
Posteriormente, un amigo mío de origen vasco, sufría, de vez en cuando, requerimientos de la policía y la guardia civil, por el simple hecho de que años atrás, detuvieran a un hermano suyo corriendo por una calle, donde al parecer, se habían efectuado actos de vandalismo dentro de la denominada "kale borroka".
En mi primera visita al Museo Gugenheim de Bilbao, en la puerta me quede boquiabierto al ver como miembros de las llamadas coordinadoras pro-anmistía, recogían firmas y fondos para ayudar económicamente a los presos de ETA y a sus familiares.
Bastante años después, trabajando en Navarra, un compañero y yo llegamos a un bar donde todo estaba presidido por fotos de etarras encarcelados, y se exhibían las direcciones de las prisiones, alentando para que se les escribiera cartas de ánimo y apoyo. Sentí miedo al percibir las miradas de la gente, al notar, en nuestra forma de hablar, el acento característico del enemigo.
Siempre he sido y seré, un gran defensor de la pluralidad de España. Creo que la España de las autonomías fue una solución rápida e inmadura, realizada con cautela y bajo la mirada de la Santa Inquisición de los militares de la época. Era el momento de haberse replanteado el modelo territorial y político, de una manera más profunda, con otros modelos más europeos, como el caso de Alemania o Suiza, y no relegar nuevamente a un segundo nivel identidades tan profundas y valiosas como la del pueblo Vasco, Catalán, Gallego, etc. Volvimos a formular un modelo centralista y tutelar, en lugar de crear una fusión de realidades e identidades al mismo nivel.
ETA ha remitido hoy un comunicado en el que anuncia el cese definitivo de sus hostilidades, o lo que es lo mismo, el cese de su lucha armada. Es una noticia que llevo esperando desde que tengo uso de razón.
Bajo mi punto de vista, en la democracia se deben poder defender todas los opciones políticas, por antagónicas a las nuestras que estas sean, siempre y cuando se respeten los derechos humanos y el marco de las leyes vigentes. Evidentemente las leyes estan para cambiarlas siempre que estos cambios vayan avalados por las mayorías necesarias para llevarlas a cabo.
Otro escenario político y social se abre en el País Vasco.
Enhorabuena a los vascos y a los españoles.
Enhorabuena a la paz.
felicidades a España porque un pasito en la paz es un enorme paso en la tranquilidad y que futuras generaciones disfruten a plenitud de tan hermoso pais
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