No consigo recordar el nombre del vodka. Lo único que recuerdo es que en la etiqueta aparecía dibujado un bisonte. También me acuerdo, a duras penas, de que bailé el Gangnam Style, la Macarena y el África de Shakira. Algunas otras piezas creo que también. Pero no lo recuerdo demasiado bien porque no estoy acostumbrado a beber; y mucho menos vodka con un bisonte en la etiqueta.
Recuerdo que la madre de un amigo mio, cuando eramos pequeños, fumaba Bisonte, que eran unos cigarrilos cortos y sin boquilla. Al igual que el vodka, ese tabaco rubio tenía un bisonte impreso en la etiqueta. Bueno, ella y su hijo también fumaba. Con doce o trece años el chaval le daba duro al Bisonte imitando a su madre y a su padre. Ellos eran fumadores empedernidos y el hijo no quería ser menos. Quizás por eso, esta noche, aquí en Wieliczka, he bailado como todos los demás para no ser menos.
Me he retirado pronto a la habitación, en la que se alojaba el seleccionador italiano de fútbol Cesare Prandelli, que es la que me ha tocado a mí, no sé si premeditadamente o por casualidad. Este hotel albergó, en la pasada Eurocopa de Fútbol, a la selección italiana. Desconozco por completo si en este cuarto -número ciento veintidós-, el señor Prandelli lloró la amarga derrota que sufrió contra la selección española; que a la postre se alzaría con el título continental. Frente a mi cama está su foto. Así que me acuesto pensando en la amarga noche que pasó aquí Prandelli y contando bisontes como los de la etiqueta del vodka. El sudor se me enfría rápidamente con el aire acondicionado. Se me caen los mocos. Me lió a estornudar.Veo bisontes por todos lados. No consigo apagar el maldito aire acondicionado por lo que quito la tarjeta de la ranura que activa la electricidad de la habitación y, de ese modo, se para el maldito chorro de aire frío que me estaba matando por congelación.
En Polonia, entre otras cosas, a la gente le gusta mucho bailar, el vodka y el fútbol. A mí me gusta irme temprano a dormir, ya que son muchos los que dicen que, a partir de las doce de la noche, se me pone cara de calabaza. Disculpen, continúo contando: Trescientos cuarenta y tres bisontes. Trescientos cuarenta y cuatro bisontes. Trescientos cuarenta y cinco...
Jajajajaja como siempre con tus relatos simpaticos a la vez que graciosos, efectivamente a la cama, que mañana sera otro dia lleno de oportunidades, (Dar cera, pulir cera).
ResponderEliminarPues la botella de Bombay te la han bebido y tienes que comprar otra, así que aprovecha el dutty free y asi te ahorras unas perras.
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