martes, 4 de febrero de 2014

Rutinas


Hoy, discúlpenme, escribo sin apenas tiempo. En la transición que habita entre el desayuno y la estampida que cada mañana preludia un basto día de trabajo. 
Mientras desayuno, después de revisar el correo, ojeo la prensa: desahucios, huelgas, asesinatos, nuevos casos de corrupción, fútbol, más fútbol, más desahucios, una mujer semidesnuda anunciando una casa de apuestas deportivas con nombre británico. Se acaba el café.
El día está revuelto. Todavía tengo que afeitarme. Subo las escaleras como un zombie. Me lavo los dientes con un cepillo eléctrico y dentrífico gingival.
Salto a la ducha. Pienso, mientras me enjabono con un gel de baño de ph neutro, en la agenda del día. Miro mi panza menguante en el espejo y sonrío. Me seco.
Me abalanzo a la carrera a por la ropa. Como suele ser habitual en mí, me visto sin grandes pretensiones de apariencia. Mal hecho.
Reanudo la carrera. Bajo las escaleras de dos en dos. Agarró mi viejo e impresentable maletín. 
Salgo para Yecla.
¡Gracias vida!

Moraleja: Hasta cuando no hay tiempo, hay tiempo.

2 comentarios:

  1. hola Pepe, te tengo abandonaico jejejej aunque leo tus publicaciones desde el email.
    nada solo quería saludarte y decirte después de leer tu nota de hoy que tengas un buen dia y no te canses

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    1. Hola Marina, me alegra verte por este blog, nuevamente, y no me canso, voy, erre que erre, a mi paso de tortuga, hacia donde quiero ir. Las prisas nunca fueron buenas.
      Un abrazo

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