Ayer, de refilón, escuché en las noticias que un filipino, con motivo de la celebración de la Semana Santa, se ha crucificado en treinta y dos ocasiones. Yo tengo un vecino que se crucifica todas las noches en el bar de la esquina antes de llegar a su casa. La cuestión es crucificarnos sea por lo que sea. Lo del filipino es tan excesivo, o más, que lo de mi vecino. Pensándolo bien, la mano del filipino no podría soportar el cubata de mi vecino ya que éste se le caería por el agujero, que imagino como el de un donuts. Por el contrario, no creo que a mi vecino le vaya a dar por subirse al madero. A él nunca le fue mucho eso de la carpintería. De hecho, una vez que él andaba de viaje, su mujer vino a buscarme para que le apretara unos tornillos, y yo, muy gustosamente, le hice todos los arreglos que él le estaba negando, desde hacía algún tiempo, a su desatendida señora.
Pero a lo que iba, que se me va el santo al cielo; no es por desmerecer a nadie, pero esto de las religiones tiene su miga. La religión de mi vecino, por poner un ejemplo cercano, requiere menos de fe y más de billetera. Por mucha fe que él tenga, los cubatas se los cobran a seis pavos. La fe, para mi vecino, es un hospital de Valencia; por el contrario, para el filipino es lo que le lleva de manera reiterada a la crucifixión. En la Seguridad Social española andan para crucificarse por razones de tesorería, o sea, están como mi vecino cada final de mes: no le queda pasta y debe dinero en el bar. Según parece, la cosa se les está yendo de las manos. Tal vez, también hayamos crucificado a la Seguridad Social, demasiadas veces, y se les haya ido toda la liquidez por los agujeros, como le pasaría al filipino con los cubatas de mi paisano. Si mi vecino supiera lo mal que están las cosas por la Seguridad Social, a buen seguro llevaría más cuidado con su hígado. Este hombre debería de saber que por muchas veces que se mande crucificar el enfervorecido asiático, o por mucha fe que se tenga, hígado no hay más que uno.
¡Uf! qué lío...Creo que no me he explicado demasiado bien. Espero que ustedes, piadosamente, no me crucifiquen por mi exceso de sátira y mi falta de elocuencia.
Me ha encantado tu texto
ResponderEliminarlleno de emociones
internas para las cuales no tengo respuestas. besos
Una cosa es tener fe y otra es caer en el fanatismo así como el asiático de tu relato. Ahora lo de tu vecino es adicción trato se entender la relación del hígado y la crucificción pero entre las cubatas de tu vecino y los hoyos del asiático quede igual que tu. Mejor me quedo con el buen humor de tu dibujo que se saca un premio a la imaginación. Saludos, animo!
ResponderEliminarAqui no hay crucificción que valga. El vivir ya se convierte en una penitencia en muchos tramos de nuestra existencia . Así que quedas absuelto amigo :)
ResponderEliminarBesitos !
A mi lo que me intriga es, qué es primero, tu dibujo o el relato???
ResponderEliminarjeje y una cosa es la fe y otra muy diferente el fanatismo....o lo que es lo mismo, una cubata de vez en cuando y otra una o más cada día, no?
Saludos =)))
¿Y crucificarse por qué? ¿O para qué?
ResponderEliminarSaludos,
J.
Con tanto lío, he terminado por acercarme al bar del hospital de la fe de valencia, y pedirmeme un cubalibre. Cuando me he dado cuenta eran las tantas, y mi mujer me quería crucificar.
ResponderEliminarAl final me lías Pepe.
Todos tenemos nuestra cruz. Unos la religión, otros el cubata, algunos el sexo, la droga, el juego, los coches, la comida, las golosinas, el trabajo...
ResponderEliminarY si combinamos todos, eligiendo un poco de cada uno, mezclamos y nos dedicamos a disfrutar la vida.
Ni es bueno el excederse ni el renunciar a lo que nos trae este mundo.
Crucifiquense con moderación :)
Te has explicado muy bien.
ResponderEliminarEstupendo texto.
Un abrazo
Jejejeje muy bueno. No hace falta crucidicarse literalmente, la vida ya es(aveces) una crucifixión. Saludos.
ResponderEliminarMe he divertido y reído con tu texto. ¿No debería llorar por la crucifixión del filipino? ¡Ah1 no, que resucita cada año para volver a la cruz! Como decía mi abuela: "Hay gustos que merecen palos". Saludos.
ResponderEliminar¿La curas por crucifixión voluntaria entran en la Seguridad Social?
ResponderEliminarHola José un relato la verdad , muy no se lo del filipino es una pasada , pero lo del vecino yo creo que se lleva la palma , un relato de juzgado de guardía ,en fin saludos de Flor.
ResponderEliminarMuy bueno, por eso ahora se estila tanto eso de "cada uno con su cuerpo hace lo que quiere",
ResponderEliminarSalud.
No creo que todo sea una crucifixión. La vida es frágil y algunas veces no se valora como tal. Siempre habrán soluciones!!
ResponderEliminarMás de una cruz llevamos.
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