jueves, 19 de marzo de 2020

El error



El otro día cometí un error. Otro más. Hace meses que me esta obsesionando la edad. Últimamente pienso, con demasiada frecuencia, en los años que voy cumpliendo. 
Echando la mirada hacia atrás recordé el primer día que fui a trabajar al Bar Josepe. Era septiembre. Tras ponerme el mandil, recibir las primeras instrucciones, y lavar media docena de fregadores llenos de vajilla hasta el copete, me dieron diez minutos para almorzar. Era mi primer almuerzo como trabajador. Tenía catorce años pero en ese momento me sentí todo un hombre. Entre pecho y espalda me metí un bocadillo de tortilla de patatas con salchichas al vino, y una Coca-Cola con hielo, mientras observaba a los que, a partir de ese momento, serían mis compañeros durante los siguientes doce años. ¿O fueron trece? 
Al terminar el bocadillo, Pedro, el más avispado de los camareros, me mandó a una tapicería para que me devolvieran el aparato para sacarle los ojos a las angulas. Ni que decir tiene que en la tapicería faltó poco para que todos se murieran de la risa. 
Recuerdo muchas cosas. Reparo demasiado en los recuerdos como el que revisa a conciencia su colección de sellos. Y cada sello tiene su historia y su valor. 
Durante este último año he vivido mucho en el pasado. Los días se sucedían, atropellándose, plenamente convencido de que pronto celebraría mi cumpleaños. 
Y llegó marzo porque siempre llega; hasta hoy, nunca ha faltado a su cita para dar paso a la Primavera y decirle al año que lo bueno va a dar comienzo. Las flores lo engalanan todo y los pájaros chillan con el ansia viva de aparearse. 
La cuestión es que llegó el día y comenzó la romería. A mi Facebook empezaron a llegar las felicitaciones. Orgulloso, sin calibrar las perniciosas consecuencias que podría acarrear desvelar mi edad, declaré a los cuatro vientos que eran 53 años los que inmisericordemente cumplía. 
Y en esas estaba, de celebración en celebración, de felicitación en felicitación, de beso en beso, de abrazo en abrazo, y de virus en virus, cuando llegó un mensaje a mi teléfono móvil. 
Era de mi primo Antonio, “el rayero”; siempre le hemos llamado así por ser de La Raya, una pedanía murciana en la que me hice famoso por caerme a una acequia en plenas fiestas patronales. Allí, desde entonces, siempre he sido conocido como el primo del Antoñico, el que se cayó a la acequia... Y lo peor no fue caerme, lo peor fue salir y tener que ir lleno de barro, como en procesión por todo el pueblo, en plenas fiestas patronales en honor a la Virgen de la Encarnación. 
—Pepe, tú no cumples 53 años has cumplido 52. Yo tengo seis meses más que tú y lo sé perfectamente —me rebatió. 
—Ostras Pedrín, le dije— ¿Estás seguro, primo? —le pregunté. 
—Tan seguro como que te caíste a la acequía….
—Joder, pues estoy gilipollas—gracias por avisarme, Antonio—le agradecí a mi primo. 
—Nada que agradecer, primo, para eso está la familia. 
Nada más soltar el teléfono, busqué mi documentación. Miré mi documento nacional de identidad. Miré mi pasaporte. Llamé por teléfono a mí padre. Consulté con mi tía. Efectivamente. Mi primo “el rayero” tenía más razón que un santo, he cumplido 52 años. 
Como se puede comprobar, lo mío nunca fueron los números. De cualquier manera, después de mucho pensarlo, es como si tuviera que volver a vivir un año que ya he vivido. 
¡Que todo lo malo sea eso!

8 comentarios:

  1. Tranquilo, caerse en una acequia es lo que tiene rejuveneces un año.
    Un abrazo.

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  2. Cuando te caes en algún sitio, lo primero que haces es mirar a ver si hay algún cabrón que se ríe.
    Eres un chavalín, no presumas. Y encima con un año más.
    Muchas felicidades. También por tu santo, que es hoy.
    Un abrazo.

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  3. Bueno... todos tenemos una caída espectacular en la vida, ni me digas! jajaja

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  4. Es para entusiasmarse, el cumplir un año menos.
    Saludos.

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  5. Tienes suerte has recuperado un año. Besos y salud.

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  6. Anda ¡¡¡ piensa que es un año que te regalan, este no se cuenta, el próximo cumpleaños ya si :)))
    SAludos.

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  7. Bueno, tienes un año más para "sumar experiencias".

    Saludos y felices 52!

    J.

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  8. Yo me caí también a una acequia... Eso da mucho caché, jajaja.
    Salu2.

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