miércoles, 1 de abril de 2015

Ornitologías


Los piares me rodean sin ánimo lucrativo. O sí. La verdad es que llevo días cebando a los pájaros con golosinas diversas y ya acuden a mi encuentro obsequiándome, o exigiéndome, con sus cantos y sus trinos, una galleta más. Mi objetivo es peliagudo. No suelo plantearme retos sencillos para no empobrecer mi épica. Busco un pájaro, pero no un pájaro cualquiera. No me conformo con cualquier pajarraco al uso. No busco a un banquero, ni a un político, ni a un estafador, ni a un trilero, esos te los encuentras al paso y sin buscarlos. Busco un mirlo blanco. ¿Casi nada, verdad?
¿Existen acaso los mirlos blancos, o son tan sólo una leyenda? 
Como les decía, pertrechado de galletas de dudosa reputación, y grandes dosis de paciencia, he trazado un plan infalible para atraer a mi jardín a esa mítica ave. Si esa rara avis existe, estoy seguro de que tarde o temprano se apuntará al festín que cada día organizo a los pies de la falsa platanera que tengo en mi jardín. Sé que es imprescindible para mi experimento ornitológico un presupuesto amplio, grandes dosis de paciencia, y mucha, mucha constancia.
El vecino me mira raro a través del seto que nos separa. Siente que algo extraño está pasando porque la cantidad de aves que se acercan a nuestras casas se a multiplicado por diez. Qué digo por diez, por veinte por lo menos. 
En tres semanas, esos terribles emplumados se han zampado más de diez kilos de galletas de marca blanca y todo el pan duro que había en casa. Nos están bombardeando con sus cagadas por todos los flancos. Me pica el cuerpo y creo que tengo pulgas. Mi esposa también sospecha algo porque me mira con frecuencia frunciendo el ceño y rascándose por todos lados. Las ventanas están atestadas de pájaros esperando a que salga a echarles más comida. 
-Cariño: ¿Te has dado cuenta de qué, desde hace varios días, todo está lleno de pájaros? Tú qué tanto entiendes de animales: ¿esto te parece normal?
-Sí, mi amor. Totalmente normal. Debe ser por el cambio climático. Tal vez alguna bandada se ha extraviado en su migración, pero pronto se marcharan al norte de Europa a pasar el verano, ya verás.
-¿Pero, piensas que soy tonta o qué? ¡Sí son gorriones gordos como cerdos! 
Al escuchar eso, me dí cuenta de que el plan no estaba funcionando demasiado bien, pero intenté proseguir cómo si nada hubiese sucedido.
A la mañana siguiente, y antes de irme a trabajar, sonó el timbre de la puerta.
-¿Quién es? -pregunté sorprendido por lo intempestivo de la visita.
-El servicio de zoonosis del ayuntamiento. Tenemos una denuncia contra usted por dar de comer sin permiso a los animales, y estar ocasionando molestias con ello al vecindario -proclamó el funcionario, con aire de sabelotodo relamido. 
-Pues, estimado señor funcionario, sin una orden judicial no entrará usted a mi casa -le dije arrimando el careto al videoportero y regalándole un gesto de pocos amigos. Además, conozco perfectamente la normativa medioambiental y no estoy incumpliendo nada al respecto.
-Así es, caballero. Lo que usted está incumpliendo es una normativa municipal de salubridad e higiene vecinal - argumentó el funcionario pegando su ojo derecho a la microcamara que lleva adosada el timbre de la puerta.
-¿Y entonces? pregunté poniendo cara de monaguillo en su primer día de misa.
-O deja usted de dar de comer a la fauna asilvestrada o le metemos una denuncia que se va a enterar de lo que vale un peine. Lo que usted prefiera, señor. Tiene usted a los vecinos de mierda de pájaro hasta las cencerretas, por el amor de Dios...¡la calle huele a guano!.
-No se hable más. Dígale usted a sus superiores, y a los denunciantes, que voy a espantar a todos los pájaros y que ya no van a regresar más por aquí. No se preocupe. Le doy mi palabra de ornitólogo en excedencia -le dije poniendo la cara de bueno que siempre tenía Charles Ingalls en la lacrimógena serie de La Casa de La Pradera.
-Esperamos que así sea, caballero, y muy buenos días.
-¡Cariño! ¿Con quién hablas? -Preguntó mi mujer desde la ducha.
-Nada tranquila, es un señor que anda buscando a un perro que se ha perdido, pero ya se ha marchado -le dije para que no se preocupara sin necesidad, dado que ella es demasiado propensa a las preocupaciones.
La aventura ornitológica se me ha ido totalmente de la manos. En lugar de un mirlo blanco me he tenido que conformar con un espantapájaros que, pensándolo con calma y mirándolo desde un punto de vista metafórico, veo que me queda muy cool en el jardín. 
Justo todo lo contrario de lo que soñé.

5 comentarios:

  1. A veces esto de los sueños nos traicionan y hay que aguantarse con pasmarotes como pasa con los experimentos.. Que hay quien se empeña que no nos salgan..
    De pequeña vi un mirlo blanco o eso me aseguraron.. Pero la verdad solo entiendo dr pajarracas.. Tengo una cuñada que es la jefa de la bandada...
    Saludos

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  2. A través de grandes horrores , se suelen hacer grandes descubrimientos . Creo que no fue el caso , pero prodría haber sido.......

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  3. Jajaja, muy bueno lo del mirlo blanco, todos menos el. Y cagadas para todo el mundo pues claro. Lo del espantapájaros seguro que en tu pedazo de jardín queda cool de verdad.......

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  4. felicitaciones
    Has hecho un texto maravillosamente logrado

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  5. Por cierto no te lo dije el otro día, yo necesito guano para mi bonsai, de haberlo sabido hubiera ido con un saco...

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