jueves, 3 de diciembre de 2015

Cuento navideño del caganer


Tengo ganas de escribir un cuento navideño, pero no tengo ni idea de cómo hacerlo. Hace unos años, en otro de estos relatos de poca monta que escribo, me cargué de un tiro a Papá Noel. El blanco niveo de mi pantalla me abruma y daña mis pupilas. El silencio me corroe. La soledad me abraza como el forzudo abusón que habita en cada patio de colegio. La navidad me pisa los talones, y yo sigo sin saber cómo arrancar este luminoso cuento. La escritura, para mí, es un ejercicio liberador, pero esa libertad la consigo cuando dejo volar mi imaginación, y suelto el músculo baboso de mi cerebro, como Nadal suelta el brazo cuando está en racha y Novac Djokovic tiene paperas.
Nunca tengo suficiente con lo que mi cerebro me ofrece. Por ello, lo provoco, lo contorsiono, lo fuerzo, lo arrastro hacia espacios nuevos, casi abisales, pero que andan ocultos entre nuestra cotidianidad, o entre los escaparates de unos grandes almacenes. Frente a nosotros están, pues, las soluciones. Todas ellas. En fila, como la gente frente a la puerta de Doña Manolita, anhelando ese décimo grandioso que los saque de pobres y, como por arte de magia, haga que la Navidad, por fin, se convierta en la Navidad que siempre hemos soñado y que nunca hemos vivido.
Frente a mí, en este preciso y precioso momento de recogimiento, está la mejor pantalla del mundo sobre la que escribir el mejor relato navideño que jamás se haya escrito, y en los escasos cuarenta centímetros que separan mi nariz del frío cristal iluminado sobre el que escribo, en lo que para los antiguos sería una pizarra infernal, podría escribir algo tan grandioso que mis descendientes vivieran del cuento, nunca mejor dicho, durante toda su vida.
¿Y por qué no lo hago? ¿Qué es lo que me impide alcanzar semejante proeza? Pues, muy fácil: esto es tan sólo un cuento, que ni tan siquiera llega a la altura del que me contaba mi abuela de una tal María Sarmiento, que se fue a cagar y se la llevó el viento. Y me daba mucha rabia que mi abuela Mercedes me dijera eso, aunque, en ocasiones, tengo que reconocerlo, este que les escribe, ponía a la pobre señora para tomar un camino. 
Aún no sé la razón, pero ya me ha sucedido en varias ocasiones, que cuando no sé de qué zambombas escribir me acuerdo de mi abuela, y de mi madre, y de todos aquellos que ya no están. O tal vez sea el hecho de que ya se acerca la navidad, y que no me gusta nada todo este cuento de la felicidad sobrevenida a golpe de tarjeta Visa. Y de regalar por regalar. Y de comer por comer. Y de cantar por cantar.
Esto, que pretendía ser un cuento navideño, es, en realidad, una gran cagada como la del caganer. Y, fíjense por donde, a mi abuela y a mí, esa era la figura del belén que más nos gustaba. Porque en Murcia somos mucho de belenes.

7 comentarios:

  1. Lo que es una gran cagada son estos días ufffffffffffffffffffffffffffff.
    Muy bueno lo escrito, para no variar en ti.
    Besosss

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  2. Curiosa figura la del caganer. Pude faltar el ángel, o incluso la mula, y no te das ni cuenta, pero el caganer, como falte el caganer ya no tiene sentido el Belén.
    Más allá del consumismo de estas fechas me quedo con esos días en los cuales puedes estar con las personas más queridas, abría que tener más días de Navidad durante todo el año y no esperar a diciembre para reunirte con tus seres más queridos.

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  3. Muy bueno, es un texto navideño diferente, saludos.

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  4. y con lo codo que eres! no te conviene la navidad..

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    1. ¡Yo no soy codo! Eso sí, gasto menos que un ciego en novelas...Un abrazo

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  5. "Lo de regalar por regalar, lo de cantar por cantar y lo de comer por comer" Amigo quizás haya quienes cumplen cada año con una mal llamada tradición con un ritual porque así ven su vida el ritual de despertar, salir de la cama, bañarse si es que lo hacen, desayunar e ir a cumplir con un día que para muchos será tan agotador mucho antes de empezar. Pero afortunadamente aun quedamos pocos pero quedamos e intentaremos resistir estoicamente a esto de la tan mentada "modernidad", que vemos la navidad como un espacio diferente, donde el simple hecho de reflexionar que pronto llegaremos al fin de otro año vivos y bien, el de recordar los extraños pero cariñosos regalos de la abuela, al niño Jesús trayendo los obsequios al menos aquí en Colombia y descubriendo con un sonrisa que Jesús se llamaba Rodolfo y que a pesar de haber crecido seguimos agradeciendo por pasar un mes más juntos, quizás no debería ser necesario que llegara navidad, talvez navidad debería ser todos los días y de hecho lo es pero es quizás la influencia que ejerce el cambio de colores en nuestros ya muchos días grises, ahora que es un mes de correr y correr bien para el próximo solo es cuestión que tus compras las hagas en octubre jo jo jo , así que este año para ti y tu familia UNA MUY FELIZ NAVIDAD.

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    1. Igualmente Katherine, Feliz Navidad, a ti, y a todos aquellos lectores que disfrutan de ella. Un abrazo

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