sábado, 12 de diciembre de 2015

Wi-Fi gratis


Para intentar conectarme gratis a la Wi-Fi del Aeropuerto de Barcelona, por lo único que no me han preguntado ha sido por la talla de mis calzoncillos. Al final de tan colosal interrogatorio, digno de la KGB, no me he podido conectar porque tenía que responder otros diez cuestionarios, esta vez de los distintos sponsors de la red.
Así que les escribo, sin Wi-Fi, como un cantante cantando a capela, observando el continuo despegue de aviones de todas las banderas y mirando la cara, de miércoles por la mañana, que tiene un tipo que está frente a mí disfrutando de la ventajas de la Wi-Fi gratuita del Aeropuerto de Barcelona, y de las ofertas que le han remitido sus sponsors de cara a la navidad.
Viajo a Minsk, con la incertidumbre por montera. La azafata de Vueling se ha percatado de que a mi DNI electrónico se le ha desprendido el chip, y me ha advertido de que sin él no me dejarán en entrar en Polonia. Le he comentado que en Varsovia, Artur me entregará mi pasaporte con el visado de Bielorrusia. Ella me ha dicho, con cara de pocos amigos, que no conoce a Artur y que nunca ha estado en Bielorrusia. Yo le he respondido, compungido, que eso era imposible. Le he explicado que a mi amigo Artur, entre otros cargos, se le conoce en todo el mundo por ser el representante del Dalai Lama para las Ex-repúblicas Impúdicas de la extinta Unión Soviética, que habla seis idiomas correctamente, y varios a medias , y se ha presentado seis veces, sin éxito, para representar a Polonia en el festival de la canción de Eurovisión.
De cualquier forma -me ha aclarado la azafata- puede ser que no le dejen entrar en territorio polaco, por mucho que su amigo Artur se relacione con asiduidad con la diplomacia cosaca, hable más idiomas que en la ONU, y cante peor que un burro en chancletas.
Así que les escribo sin Wi-Fi, y amenazado de destierro, observando el despegue continuo de aviones de todas las banderas, y mirando la cara de miércoles por la mañana que tiene un tipo que no sé por qué narices no para de sonreírme.
Ligar sin Wi-Fi, en el Aeropuerto del Prats de Barcelona, observando los aviones de todas las banderas durante su violento despegue, amenazado en un limbo aeroportuario, con un tipo cariñoso que tiene cara de miércoles por la mañana, hace que me encomiende a San Artur de Varsovia, como Curro Romero se encomendaba a la Virgen de Triana antes de salir al ruedo. Yo, al morlaco lo tengo delante y no para de hacerme carantoñas.
Los viajes, en ocasiones, comienzan de manera inesperada, como cuando por la mañana te preparas la tostada y, cuando la tienes lista, te das cuenta de que no hay mantequilla. Esos contratiempos, no se si a ustedes, a mí me ponen de los nervios, y esto afecta mucho a mi colon irritable y mi hígado graso. 
El tipo me seguía sonriendo sin importarle, lo más mínimo, mis problemas hepáticos, y mi desconexión a Internet, tal vez más interesado en mi talla de calzoncillos que el sponsor al que me remitía la Wi-Fi gratuita a la que yo no había podido acceder, por mi consabida torpeza con las nuevas tecnologías, y él sí.
El tipo de la sonrisita floja, envalentonado ante mi notorio desconcierto, me preguntó algo en inglés, con acento andaluz, por lo que dilucidé que podría tratarse de un gibraltareño dedicado al blanqueo de capitales, o quién sabe si a algo peor.
Le advertí de que soy un cateto, y que hablo tan sólo el dialecto de mi pueblo. A lo que él, como un androide, no paraba de repetir:
-¿Pueblo? ¿Pueblo?
-Sí, soy de pueblo. ¿Pasa algo?
-My gustar pueblo -dijo el ligón mañanero, como lo hacía Doña Croqueta en el  mítico Un, dos, tres.
-¿Qué pueblo? -le pregunté.
-Yes, pueblo -respondió el guiri.
-¡Pero que yes pueblo ni qué niño muerto!
-Speak English?
-¡Qué no, coño!¿Cómo quieres que te lo diga?
-Excuse me -me murmuró con el rabo entre las piernas, nunca mejor dicho.
El conquistador aeroportuario se acabó mosqueando. Creo que se dio cuenta, por fin, de que yo no era lo que él andaba buscando. Se percató de que yo soy un triste pasajero heterosexual, al borde de un ataque de nervios almodovariano, sin chip en su DNI, y que no contaba, entre mis aspiraciones más cercanas, con tener sexo salvaje en un lavabo a primera hora de la mañana. Mi única ambición, como el resto de pasajeros, era la de llegar sano y salvo a mi destino, sin Wi-Fi gratuita, contemplando el despegue incesante de aviones de todas las banderas, como un niño mira el vuelo de una cometa, o un jubilado mira ensimismado una obra en plena calle.
Cuando ya me despedía, para evitar con ello males mayores, el tipo, mirándome fijamente, me preguntó:
-You are Artur?
-¡Qué no, coño! ¡Qué no sé inglés! Es que ya le hacen hablar mal a uno, joder.



3 comentarios:

  1. Joder la ostia, lo que no te pase a ti, no podemos salir de España sino no vamos bien acompañados como es tu caso con Artur. Aunque esta vez ibas solo, bueno no con un ligón tirándote los tejos....

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  2. Bueno y Arthur si te entrego el nuevo pasaporte?.............. y hay que ver todo lo que pasa cuando no hay wi-fi en un día cualquiera en que la vida se enloquece y nosotros con ella.

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  3. Con tanto ir y venir encomiendate a nuestra Fuensantica y, recuerda en la próxima vida las peticiones las tienes bien claras .....bueno, hasta el momento a saber lo que nos espera.
    LdeL

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