Ayer, en contra de lo que opinan ciertos políticos de bajo calado, muy alto rango y notorio mal gusto, fui al cine a ver cine "ESPAÑOL", con mayúsculas. Quizás yo sea, lo reconozco, el menos patriota de todos los patriotas. Para mi, el patriotismo tiene tan asegurado su futuro que hace mucho tiempo que no necesita de mi filiación. Sin embargo, me convierto en el más patriota de todos los patriotas cuando se trata de poner en valor la importancia de mantener y desarrollar una cultura propia.
Soy defensor y promotor de la cultura Made in Spain ya que, entre este gobierno, la indiferencia de la sociedad, y las grandes multinacionales de la "industria cultural", la tenemos contra las cuerdas; aunque, como Viriato -que, por cierto, era portugués-, esta se resiste de manera numantina, y, de vez en cuando, pese a las adversidades, da unos golpes de mano de padre y muy señor mio. Por ejemplo, como ha ocurrido recientemente con "Ocho Apellidos Vascos" que, contra todo pronóstico, por lo delicado del tema que aborda, ha alcanzado la mayor taquilla de la historia del cine en nuestro país.
Como decía, ayer tuve la fortuna de ir al cine a disfrutar. Sin palomitas ni Coca-Cola a precios de champán francés y caviar ruso. La Vida Inesperada no es una película que esté llamada a marcar un hito en la historia del cine universal, como muchos de nosotros tampoco dejaremos una huella indeleble de nuestro paso por la vida. Aclarado esto, creo que, precisamente, esa cotidianidad, esa cercanía, ese hiperrealismo social, tan sutilmente manejado, por su guionista, como por su director y todo su elenco de actores, es lo que nos lleva a vernos a todos reflejados en la propia pantalla. Creo que fue Joaquín Sabina, en una de sus grandes canciones-poema, el que dijo algo así: todas las vidas son la misma repetida.
Esta película, con Nueva York de fondo, -siempre que escribo Nueva York me viene a la cabeza "Jamón York"- trata sobre las vidas de dos primos que luchan por encontrar su lugar en la vida. En cierta medida, nos representan a todos y cada uno de los que estamos sentados a oscuras frente a la gran pantalla. Como en el viejo juego de los barcos, al que de niños jugábamos en el colegio sin que se diera cuenta el profesor, la película va aportando situaciones que te van tocando, y tocando, hasta hundirte el barco. Y ese hipotético barco se hunde cuando la película acierta de lleno a conectar con nuestras emociones.
Todo en La Vida Inesperada es sutil, sin estridencias, sin forzar las situaciones. Quizás lo que más destaque, pero eso es inevitable, es la fuerza y la profesionalidad que desplega durante toda la película Javier Cámara. ¡Menudo actor!. Este hombre, sí que es cultura MADE IN SPAIN.
Vaya desde aquí todo mi apoyo y reconocimiento al mundo de la cultura y, en especial, a todos aquellos que luchan por mantener a flote al cine español.
mmm, pues no he visto la película y no siendo española sería casi imposible comentar. Lo que sí puedo inferir es que yo soy la más patriota de los parías, así me tratan mis compatriotas por vivir en país extranjero, pero eso sí, llevo en el corazón las voces de mis dioses porque debo decirte que mi cultura ancestral tenía voces divinas para cada cosa, el dios de la lluvia, el sol, la fertilidad, etc. Y el Dios del todo no se ahuyenta con las voces de mis dioses, le agrada compartir tareas, jaja.
ResponderEliminarQue tengas un bonito fin de semana.
Yo, como mexicano de adopción que soy, doy fe de todo lo que dices. Por cierto, el motor cultural mexicano es una maravilla, tanto en lo tradicional o costumbrista, como en lo contemporáneo. En el fondo, Bea, me siento un alebrije con el pasaporte cambiado.
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