Del cielo cae plomo. Lo hace sin que nos demos cuenta. De manera silenciosa. Conquistando cada metro cúbico del aire que nos rodea y con licencia para la nostalgia.
Victima de su invisible y sigilosa influencia, entro en YouTube convertido en un yonki que necesita de un chute a modo de bálsamo de Fierabrás. De ese infinito oráculo saco canciones que hacen brotar de mis ojos lágrimas de cocodrilo desdentado. Todo lo que acierto a escuchar son canciones caducas, de situaciones pretéritas y de cantantes que están más obsoletos que la momia de Lenin.
Hoy lloro, irremediablemente, entre las vías de dos trenes en marcha. Siento el vértigo de un alpinista novato en las Paredes de Leiva preguntándose colgado en medio de la nada: ¿qué coño hago yo aquí?.
Un tren viene y otro se va. Vidas que se cruzan sin apenas tiempo para saludarse. Principio y fin. Todo y nada.
Ayer la descongelación fue bien. El nitrógeno líquido acunó, con la profesionalidad de una nurse francesa de alta cuna, a nuestro dos embriones. Al rápido y al lento. Al primerizo y al rezagado.
Ahora uno y otro han pasado a través de una cánula a la cámara secreta de la vida.
También ayer sonó el teléfono, ha sabiendas de que esa llamada sería la llamada que por nada del mundo deseaba recibir y menos en la víspera de un día tan importante.
El tren de la vida de mi madre que se marcha acelera su ritmo. Impasible ante el tren que anuncia su llegada al andén de la vida. Sordo. Frío. Imparable.
La transferencia ha sido un éxito. La música del dominicano Juan Luis Guerra, que es todo corazón, sonaba de fondo. Mi mano agarraba a la de mi esposa. La cánula se abría paso por su cuerpo. Emilio, nuestro biologo-dios, trajo la jeringa cargada con dos pequeñas gotas de vida. En la pantalla en blanco y negro se quedan reflejadas dos pequeñas manchas luminosas. Luces que se encienden y luces que se apagan. Vida, al fin y al cabo, abriéndose camino entre campanas de réquiem.
Un mismo día de penas y alegrías , todo empieza y todo acaba , suenan campanas de despedida y llantos de alegría
ResponderEliminarSin duda dos situaciones agridulces,así es la vida, que valla todo muy bien!!!!!!
Un día de alegría y un día de tristeza, una vida se podría estar iniciando y una vida se podría estar apagando. Este es el mundo en que vivimos, lamentable no podemos detener el tiempo, pero si se pude detener los recuerdo que han dado vida a nuestro existir. La vida es un cruce de caminos unos dan vida y otros se apagan. Mucho ánimo todavía el tren no se ha marchado.
ResponderEliminarMuchas Gracias Cecilia, son días muy complicados para mí. A veces todo llega al mismo tiempo. La consabida y caprichosa Ley de Murphy.
EliminarMucha ternura despiertan tus letras, y nostalgia por los que se van irremediablemente. Así es la vida y no queda más que vivirla al cien por ciento hasta el final.
ResponderEliminarFelicidades a los que la ven nacer, como tú.
Abrazo.
La vida es un despertar y un volver a dormir, es un ir o un venir, la vida es algo tan poco constante pero es precisamente esa inconstancia la que la hace vivible, la hace menos aburrida o predecible aunque a veces seria una piedra preciosa tener la certeza de lo que nos viene o se nos va con la misma certeza que cae una gota de agua en el mar....................................................................kathya
ResponderEliminarSufrimos para nacer y sufrimos para morir, como quien entra por un agujero estrecho y profundo y está loco por salir. La vida sólo es eso: un tránsito de principio a fin. Un camino.
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