Hoy vuelvo a la normalidad. Habrá quién use con nostalgia el término de "vuelta a la rutina", pero mi vida dista mucho de ser rutinaria y mi trabajo menos aún. De hecho, llevo ya varios días trabajando. He preparado y entrenado mi mente para el trayecto que me separa hasta el fin de año, y he buscado la forma de alcanzar mis objetivos y el de todas las personas que trabajan conmigo, que no son pocas.
El trabajo, visto como un reto y como un acto creativo, es todo un lujo, visto como un acto mecánico es una simple rutina. Hasta los trabajos más mecánicos necesitan de creatividad; todos ellos albergan espacios de mejora en los que las personas que los desarrollan tiene mucho que aportar desde la experiencia y la reflexión.
La evolución es el fruto de la reflexión que se produce tras la experiencia acumulada, tanto en la mecánica utilitaria del día a día, como en la propia adaptación biológica de las especies ante nuevas necesidades.
Evolucionamos, a nuestro pesar, como algo maravilloso. Los retos que nos plantea la vida, y el trabajo, son necesarios para hacernos más fuertes y más sabios.
A mí me gusta entender el trabajo así, como un camino permanente de aprendizaje hacia la sabiduría.
Necesito aprender más, y, para ello, necesito trabajar más y con retos cada vez más complejos.
Para atrás ni para coger impulso. Siempre en camino. Siempre hacia adelante.
Yo también concibo así mi trabajo. Este verano he preparado cosas nuevas para mis alumnos y estoy deseando verlos. Empiezo "la rutina" el martes que viene, pero no estoy triste sino ilusionada. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Conchy, por comenzar esa temporada ilusionada y por compartirlo en este modesto rinconcito de la blogosfera.
EliminarClaro que sí, ante cada reto un impulso hacia adelante, bravo. Saludos
ResponderEliminarBetty