domingo, 13 de septiembre de 2015

Orgía de momias


Esta tarde, mientras pensaba en las momias de Guanajuato, como el que piensa en el Barsa o el Madrid, me ha dado tremendo dolor de cabeza. Supongo que ustedes nunca habrán experimentado está compleja situación. Es normal, no a todo el mundo le da por pensar, un domingo por la tarde a la hora de la siesta, en las momias de Guanajuato. Tal vez, el dolor de cabeza tenga algo que ver con lo inoportuno y a destiempo de mis pensamientos. La Organización Mundial de la Salud desaconseja pensar en cualquier tipo de momias a la hora de la siesta. Y de no ser así se lo debería de plantear. Nunca hubiera imaginado, la verdad, que aquellas pobres momias modernas de Guanajuato pudieran afectarme de este modo tan inesperado y tal día como hoy.
Recuerdo especialmente a dos momias, bueno a tres, pero la tercera aún está viva. La primera, en realidad, era un momio que conservaba aún los pantalones puestos con el cinturón desabrochado y la bragueta bajada. Ese momio es el que, con más asiduidad, me acude a la cabeza los escasos domingos en los que intento dormir un rato la siesta después de comer, y algunos días en los que sufro en silencio las travesuras de mi colon irritable. Ese momio y yo, tenemos en común -estoy convencido de ello-, dolencias intestinales de diversa índole y pronóstico reservado. Y la momia, gorda como ella sola, que se despertó en la caja y pereció, por segunda vez, intentando salir de la tumba, es la que me persigue habitualmente en los sueños de cualquier noche de truenos.
En los días de insomnio, previos a salir de viaje, se me aparecen las dos, y entonces ya ni les cuento lo que me hacen sufrir con sus escarceos amorosos.
Un falso guía que contrate para visitar el museo, -el falso costaba la mitad que los guías auténticos y era más simpático-, me contó que el momio desbraguetado, y la momia gorda que se despertó en la tumba dos días después de que la enterraran, estaban liados. Ahora, doscientos años más tarde, y sin que lo sepan en México, formamos un trío de mucho cuidado. 
De la momia que está viva hace bastante tiempo que no tengo noticias. Seguro que está esperando a morirse para fastidiarme también durante las siestas domingueras. Pero, entonces, eso ya no sería un trío, ya estaríamos hablando de una orgía en toda regla.

2 comentarios:

  1. Todo tiene su encanto en esta vida, y parece ser que te gustan las momias. Pero pensándolo fríamente es curioso pensar en la vida pasada de las momias, quienes fueron, que cosas harían, como vivieron, no se pero me resulta curioso a mi también, pero no para pensar en ello un Domingo a la siesta. Salu2

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  2. Pareciera que todo en la vida esta condenado a convertirse en una momia, que entre lazar el presente con el pasado y quedarse empacado como una en el pasado es lo mas común, todo termina envuelto como en una mortaja esperando a que el tiempo lo carcoma o lo conserve, Cuando se conserva pensar en ellos o ellas es otra historia de terror.

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