jueves, 2 de noviembre de 2017

La Cicatriz


Estoy, quién lo diría, en la mera Cicatriz. Para curarme, he pedido un café espresso y un panqué de calabaza con jengibre. La Cicatriz es una cafetería sencilla plagada de modernidad como el resto de negocios que están aflorando en la plaza Washington; a dos pasos del museo de cera y del hotel que me da cobijo cada vez que arribo a Ciudad de México. También han abierto negocios de ropa vintage, chocolaterías con todo tipo de chocolates mexicanos, galerías de arte y diversos restaurantes. 
El terremoto de hace una semanas tuvo la deferencia de respetar esta pequeña plaza, no así a varios edificios que se ven sensiblemente deteriorados a pocas cuadras de aquí. 
Estoy en la Cicatriz lamiendo mi propia cicatriz escuchando de fondo una música balsámica. El pay de calabaza y el café no me producen suficiente alivio. El terremoto interno que he sobrellevado estos últimos meses ha generado en mí una nueva cicatriz. Subsistimos, por tanto, coleccionando cicatrices que intentamos disimular con diferentes tipos de maquillajes. 
La Ciudad de México intenta sobrellevar su ultima cicatriz con dignidad, como lleva el resto de cicatrices que le confieren ese carácter de superviviente. Tal vez por eso me siento en esta ciudad como pez en el agua. Pese al smog, pese a su conocida y magnificada inseguridad, pese a su caótico devenir. 
La Cicatriz, a estas tempranas horas de la mañana, se encuentra aún poco concurrida. Sus paredes desconchadas, su techo de ladrillo rojo entre vigas de acero, y su suelo de cemento, esperan con paciencia infinita la llegada de los clientes que otorgan sentido a su existencia.
En la puerta, luce una simpática calabaza de Halloween. Una pareja de chicas se hablan con embeleso acariciando sus manos de manera disimulada, como queriendo evitar lo inevitable. Una fuente arroja un agua que da infinitas vueltas en un misterioso circuito cerrado que atrapa a todo aquel que la mira. 
El circuito cerrado de esa fuente, en la misma puerta de la Cicatriz, no es otra cosa que una metáfora de nuestra propia existencia.
Un perro le ladra a la calabaza, o más bien a la vela que incansablemente crepita en su interior. 
La gente de bien, a estas horas, se ocupa sacando a pasear a sus perros. Pasean perros para ocultar su cicatriz. 
La vida, como esta plaza, como esta ciudad, como cada una de nuestras historias personales, está plagada de cicatrices.

18 comentarios:

  1. Imagino, por imaginar, porque algo tan terrible, si no se vive no sed puede imaginar

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  2. Si obsevas cualquier plaza de pueblo o ciudad se refleja claramente la sociedad del lugar. Es un ejercicio de observación que a mi me encanta.

    Besos

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  3. Sí, que es cierto lo que dices que la vida está plagada de cicatrices, muy cierto.

    Besos.

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  4. Cicatrices que se curan a base de luchas y esfuerzos.
    Besitos

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  5. es mejor tener cicatrices,que tener heridas que nunca cierran ¿no crees? las cicatrices son como las señas personalizadas que hacen auténticas a las personas.

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  6. Cada cicatriz tiene una historia atrás, algún día las miramos y sonreímos dice aquí dolió pero ya sano, algún día nos despertaremos pensando con la mirada perdida en la ligera luz que titila por la ventana y diremos , que días,.... Mary peras.

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  7. Las cicatrices se quedan para que no olvides lo que la ocasionó...

    Saludos =)))

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  8. Es el cuero de la vida el que más tatuado está, para no olvidar lo que hemos sido y en el presente rectificar.
    Feliz sábado jfbmurcia.

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  9. Hola José!
    ¡Vaya temita el de la cicatrices! Da para mucho, pero el espacio y el tiempo son breves.
    Entonces se me ocurre decir que cada cicatriz es la prueba de que hemos vivido a pleno...¡y seguimos vivos! lo cual no es menor, porque como dice Hector Alterio en "Caballos Salvajes"-¡La puta que vale la pena estar vivo!
    Un abrazo

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  10. Muy reflexivo y real lo que dices.

    Un abrazo.

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  11. Las heridas se curan...debes de dejar de pensar en eso y pensar una vida mejor Vive el momento...es la única manera de ser feliz. No veas una cicatriz lo que tienes que ver
    que fue un aprendisaje
    del cual te salvaste
    del cual te has salvado

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  12. Tan buena la descripción que me parece haber estado contigo en La Cicatriz.
    Saludos.

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  13. UNa icónica cafetería, como salvada de una guerra atroz, en el corazón mejicano, te sirve para la metáfora de las heridas que se suturan pero quedan en el alma, en la sutura recordándonos sus sufrimiento. Cierto, se enmascaran las cicatrices, para que no nos pregunten qué dolor, que herida las produjo. Qué mejor sími con la vida plagada de cicatrices, que esta singular cafetería, cariada, con e sus paredes menoscabadas, y su piso encementado, recordando a los clientes, que todos guardan cicatrices, las guardan, para soslayar la infelicidad o el desamor que algún día las provocaron. UN abrazo. Carlos

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  14. Y quién no es el guapo que no padece cicatrides.
    Si yo viajara a Mexico, lo primero que haría es visitar todo lo que se refiera a Frida Kalo.
    Mi heroína preferida.

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  15. Las cicatrices son tan solo recuerdos y los recuerdos te sirven para muchas cosas despues de las heridas...Lo grave es que una herida suceda en una cicatriz y volver a ese recuerdo despues de tropezar otra vez, que te digo yooo...a nadie se lo deseo.

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  16. Perfecto título para el gran contenido de este post. Esperemos que esta nueva cicatriz marque una nueva época más contestataria. Que ña sumisión es lo que más daño nos ha hecho a través de la historia, por más brotes de rebeldía que surgen y se acallan de inmediato.
    Besos.

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  17. No hay ungüento que cure las cicatrices del alma. Todos tratan de dusimularlas pero sus acciones las dejan mostrar

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