Me sorprendió Panamá y sus heridas. Me llamó la atención su diversidad. Me asombraron sus rascacielos y sus casinos. El canal es sin ninguna duda una obra de ingeniería sorprendente.
El taxista me contó su versión de la invasión de EE.UU. Me habló de la resistencia numantina de sus habitantes. Me comentó de vuelos cargados de cadáveres que eran arrojados al mar, y de los desaparecidos que, a día de hoy, aún siguen sin aparecer.
Muchos hoteles y casinos. Me pareció todo un escenario de ficción, pero sus habitantes y su realidad me demostraron que aquello era mucho más que un decorado. Todo era y es increíblemente cierto.
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