sábado, 30 de junio de 2012

Días de hospital XXXIII


Mientras en la calle, a 45º, la gente se asfixia, mi madre mejora su respiración. Tanto es así que los médicos, entre ellos el propio Director de la Unidad de Cuidados Intensivos, nos han asegurado que en los próximos días a mi madre le retirarán la traqueostomía. 
Hoy, al llegar, me ha sorprendido una gran mucosidad sanguinolenta que había arrojado por el tubo. Tiene muchos mocos y vuelve a decir que oye menos. De hecho, tenemos que repetirle todo lo que le decimos, varias veces, porque esta más sorda que una tapia. 
Se le está cayendo mucho el cabello. Recojo muchos pelos de la almohada y de entre las sábanas.
Llevo varios días seguidos dándole lo mismo de comer:
Caldo de pollo -que se lo doy mejor con una pajilla- puré de pollo con arroz y, de postre, una manzana asada. No sé si será cosa de los recortes en la sanidad o de la escasa creatividad culinaria de la empresa de catering contratada por el hospital, pero, la pobrecita, está hasta el moño de comer siempre lo mismo. Mi madre solo atina a decir: 
-¡Otra vez lo mismo!
Y yo le respondo para consolarla: 
- Mamá, come y calla. Ya sabes que si te lo comes todo te vas pronto a casa.
Cuatro meses hospitalizada es mucho tiempo. Pero ella, como decimos en Murcia, aguanta carros, carretas y carretones. 
Ayer, al mediodía, una vivienda ardió frente al box de mi madre. Tuvieron que venir los bomberos a sofocar el incendio. Un olor a humo de lentejas con chorizo carbonizadas inundó todo el hospital. Los incendios domésticos al mediodía proceden, en su mayor parte, de las cocinas. A mi madre, que es muy chistosa, para quitarle dramatismo al asunto, le conté un viejo chiste de los suyos:
-¡Mamá, mamá! las lentejas se están pegando -le dijo el niño a su madre.
-Por mí déjalas que se maten -respondió la señora.
Como días atrás le conté la historia de Marta, La Lagarta, ahora todos los días me pregunta por ella como si fuera alguien de la familia. También me habla  y me pregunta sobre el perro de mi hija, que se llama Torso, el cual, al parecer, es un gran aficionado a los poses fotográficos. Es ver a alguien acercarse, cámara en ristre, y el can comienza a poner caritas que es un primor. Hasta guiña el ojo.
Si esto era una prueba de resistencia, mi madre la está superando con nota. A ella siempre le han gustado mucho los animales.

2 comentarios:

  1. Vaya que la vida brota en todos lados en otros lucha por seguir respirando pero es una bendición tenerla, la verdad, jose tu capacidad con escritor rompe todas las barreras que mas da el tema igual vas de lo serio y casi que esquemático a lo cómico , es verdad que resulta una delicia leer todo lo que nos pongas sobre la mesa.
    En cuanto al can vaya sonrisa que deja ver como cualquier modelo de revista Europea.

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  2. y el chiste de las lentejas esta buenisimo.

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